Yo ya no puedo hablar de FilosofÃa. Y es que, en aquellos momentos libres -que son muchos- en los que he realizado una introspección para averiguar el porqué de tan tajante y pesimista aseveración, he caÃdo en cuenta que mi labor como «filósofo», si es que se le puede llamar asÃ, ya no radica en hablar sobre FilosofÃa como lo solÃa hacer con tanto esmero y asiduidad. Mi empresa ha adquirido otros objetivos filosóficos mucho más intrincados y renovados como para detenerme a hablar de corrientes, autores, sus sistemas y demás culto al intelecto; estos objetivos, como acabo de mencionar, ya no radican en hablar sobre Platón, Descartes, Leibniz, Kant, Schopenhauer, Nietzsche, Wittgenstein, Sartre, Heidegger o Derrida, por mencionar a unos pocos entre tantos, sino que los primeros van encaminados, casi unilateralmente, a investigar los problemas filosóficos de la Era que nos concierne. Me es literalmente imposible, por ejemplo, hablar de metafÃsica, teorÃa del conocimiento u ontologÃa; del mismo modo, no puedo dar un paso adelante en mis investigaciones olvidando la Ciencia de nuestros tiempos, al igual que los conflictos éticos, sociales, polÃticos y económicos que son noticia de última hora a cada dÃa que pasa. Ni tan siquiera puedo empaparme del idealismo cientÃfico de algunos divulgadores excéntricos que creen -mal vamos si en ciencias hay que creer- en una futura ecuación o modelo que explique el Universo tal y como es, no tal y como nosotros lo interpretamos con nuestras mentes tridimensionales, finitas y sometidas a la Lógica en cada pensamiento. Si con algún o algunos filósofos me tengo que sentir identificado, debo recurrir a Mario Bunge, Jesús MosterÃn o Noam Chomsky, aunque este último no sea, por definición, un filósofo in termini. Pienso que el debate ético y epistemológico vira en torno a cuestiones como pueden ser los estudios con células madre, el Capitalismo y el Neoliberalismo económicos/polÃticos, los paradigmas de la FÃsica Teórica que siguen sin ser demostrables empÃricamente, la eutanasia o el suicidio asistido, las nuevas tecnologÃas y sus efectos en la Sociedad, los conflictos religiosos, la Religión en sà y si ésta debiere ser financiada, la tortura en todas sus formas, la guerra y la violencia, el tremendo abismo que existe en las ciencias humanas como la PsicologÃa o la PsiquiatrÃa en comparación con los avances neurológicos, los medios de información y desinformación, la sobrepoblación o la inmigración, los Mercados, el Ecologismo, las nuevas fuentes de energÃa… y -seguro que me he dejado asuntos en el tintero- todos aquellos problemas o problemáticas que afectan al ser humano del siglo XXI: la nueva consciencia, es decir, un nuevo modo basado en toda una serie de nuevos modelos para que el ser humano, a través de la FilosofÃa, siga encontrando «su hueco» ante la multiplicidad de factores que se despliegan ante su estar, armado del conocimiento que ya posee, y, cómo no, con la creatividad y el rigor que todo aquello merecedor de un planteamiento serio requiera.