La originalidad y rotundo rigor que Francis Bacon puso en sus obras le confieren una de las cimas del arte contemporáneo. Su talento le permitió un síntesis singular entre lo mejor de la tradición occidental y el arte más soberanamente libre de nuestro tiempo pues su realismo combina con la indefinición de las formas, fruto de una interpretación muy personal y esencialmente abstracta de la realidad percibida y sus ritmos.
Las obras de Bacon continúan inquietando, impregnando, para bien o para mal, incluso una vez transcurrido el momento, siempre desconcertante en alguna medida, de su captación visual, hecho que demuestra a las claras su gran valor. Lo que el pintor muestra en la mayoría de sus cuadros son figuraciones de personajes vivos o cosas generalmente triviales dotadas, al menos en apariencia, de cierta veracidad de imágenes en referencia directa con experiencias vividas a través de los sentidos, o en mayor medida, a través de la sensibilidad. Bacon se diferencia no sólo de los surrealistas sino también de los cubistas, así como de sus grandes predecesores, los impresionistas. Absteniéndose de aplicar luces turbadoras (que inclinarían su trabajo hacia el expresionismo y al que rechazó categóricamente) y realista desdeñoso de todo énfasis o visión dramática o satírica, intenta, sin caer en excesos, traducir sus sensaciones de la manera más persuasiva posible, situando al objeto bajo una luz dura con lo que parece que todo acontece en la cruda plenitud del cenit. La pintura de Bacon posee la peculiaridad de no ser portadora de mensaje alguno y aunque por su factura e iconografía no es precisamente austera, se puede hablar de renuncia,termino que vendría a indicar hasta que punto desdeña los símbolos, así como todo aquello que remite a reminiscencias folklóricas e ilusiones extrañas a nuestro entorno habitual. El artista concibe el arte como un arte desmitificado, purgado de todo halo religioso y de toda dimensión moral, que en nuestro tiempo sólo puede ser tomado como un juego aunque él, laico integral que no cree en transcendencia alguna, traspasa el divertimento puro al representar la figura de la manera más precisa y eficaz posible, en un duelo entre el artista y lo que éste quiere significar.
Autodidacta, pintor de personajes a los que despoja de toda dimensión psicológica, Bacon se declara materialista, con la firme intencionalidad de no querer idealizar y que pinta sin recurrir jamas al dibujo propiamente dicho como si huyera de la irrealidad abstracta para aplicar directamente los colores y entrar directamente en acción: refundir no sólo las formas sino también triturar la propia materia para llegar al fondo de las cosas, que trata con libérrima licencia. Liberar de su corteza la cosa para quedarse estrictamente con la realidad desnuda.
Eugenio Mateo
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