Cultura

Granos de uva en el paladar

Escenarios, 90

Tras un impresionante recorrido por los teatros argentinos durante más de tres temporadas, ‘Granos de uva en el paladar’ ha realizado una breve gira por España, que ha concluido en el zaragozano Teatro del Mercado el pasado viernes, día 6.

90. GRANOS DE UVA 1La obra es una puesta en escena de tres relatos de la riojana Susana Hornos, formada en Zaragoza como actriz, que además de actuar comparte la dramaturgia y la dirección con Zaida Rico, quien también aparece en el último episodio sumándose a Lorena Carrizo, Maday Méndez y Ana Noguera.

Estas cinco mujeres, apoyadas por un eficaz equipo técnico, han conseguido poner en vilo de emoción a todos los espectadores de todos los teatros de todos los lugares por los que ha transitado la obra.

La acción se abre con un escenario limpio, teñido de rojo por un telón/pavimento que va a servir de llama durante todo el espectáculo: la llama del recuerdo, la llama de la acusación, la llama de la indignación, la llama del combate… Antes de que comience la primera historia hay un cuerpo derrotado en una de las esquinas, un ser que seguirá allí presenciando desde un oscuro presente/ausente las peripecias de estos cinco personajes a lo largo de siete decenios, desde la década de los 30 del siglo pasado hasta el presente.

90. GRANOS DE UVA 3Los tres episodios están concatenados de una forma sutil, que tiene en la alegoría su punto de encaje. La multiplicidad de personajes en los relatos originales de Susana Hornos queda condensada en estas cinco mujeres que desarrollan con gran plasticidad los diferentes papeles, incluidos los masculinos. A la riqueza del texto se añade la simbología de la dramaturgia, que utiliza recursos elementales de máxima eficacia: un simple velo puede servir de toca monjil o de fusil asesino.

El título de la obra alude al último de los relatos, en el que un ajusticiado durante la represión recibe sobre su tumba esos granos de uva que le trasladan el cariño de sus familiares. Aquí el símbolo se cruza con la realidad, porque ese homenaje fue rendido en su momento sobre una fosa común, no lejos de Aragón.

El impacto que sufren los espectadores comienza a los pocos segundos de iniciarse la representación, cuando las canciones y los festejos populares que las actrices rememoran hacen por construir el edificio de la memoria histórica que aún sigue sin acabarse en este país.

El mundo rural, el analfabetismo, la discriminación de la mujer, las tensiones sociales… van esbozándose con gran precisión, con una enorme economía de medios que consigue resultados sorprendentes. Hay lugar también para el humor, sobre todo en la segunda de las historias, ‘Adelina’, cuando un militar anclado en una cárcel de mujeres se ‘traga’, sin advertirlo, una bandera republicana.

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El drama está impregnado, además, de poesía. Hay ciertas reminiscencias lorquianas en el texto y en la dramaturgia que enriquecen el espectáculo porque lo enmarcan en una filosofía política y en una época histórica determinada, pero al mismo tiempo universal, como el poeta-dramaturgo de Fuente Vaqueros.

El vestuario escueto y expresivo de Néstor Burgos, la banda sonora original de Gonzalo Morales y el resto de los elementos escenográficos contribuyen a convertir este espectáculo en un hito memorable.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.