*Por José Yorg, el cooperario
(Reeditado)
El fin de la denominada “Guerra del Chaco” entre los dos contendientes armamentistas, Bolivia y Paraguay se produjo el 12 de junio de 1935, fecha en que se firmó un armisticio, a cuya resultas del fratricidio fueron la pérdida de 60.000 soldados bolivianos y 30.000 de origen paraguayo, aproximadamente.
Las causas que originaron tamaña sangría latinoamericana, iniciada en el año 1932 y se extendió hasta el año 1935, obedecieron claramente a intereses imperiales.
Ambos países-Bolivia y Paraguay- eran piezas del engranaje del Orden Internacional cuya división respondía a necesidades de provisión de materias primas para Inglaterra y los EE.UU., fundamentalmente, y que en el devenir del desarrollo de sus intereses en calidad de propietarios del gran capital, a veces chocan. Es lo que ocurrió.
El elemento disparador fue la necesidad de definir la supremacía de dominio sobre la explotación petrolera en la región chaqueña entre la Standard Oil, norteamericana, y la Royal Dutch Shell, firma angloholandesa, quienes a veces se asociaban y otras se complementaban, según el lugar del mundo donde actuaban.
Hasta aquí los hechos que detonaron y enmarcaron la contienda armada como elemento de resolución de la contradicción presentada entre ambas empresas trasnacionales y que a la postre involucró a las naciones hermanas, cuyos gobiernos carecían de independencia y soberanía política y económica, por tanto, fueron complicados, es decir, simple y llanamente pusieron los muertos y…el endeudamiento que de ella devino.
La verdad histórica debe imponerse para alejar rencores y divisiones que impidan la unidad latinoamericana, tan necesaria hoy como ayer, con la férrea convicción de que el diálogo, la información y el debate son instrumentos imprescindibles para la construcción de una Patria Grande.
La dignidad del pueblo paraguayo quedó plenamente impresa en la historia, y los numerosos pasajes épicos de esa doliente experiencia demostraron una vez más que el “pueblo unido jamás será vencido”….pero sí una y otra vez traicionado.
Esto nos recuerda y nos interpela sobre la necesidad de la segunda y definitiva independencia latinoamericana, única garantía de tener gobiernos que el pueblo se merece, y se merece lo mejor.
Ahora… Bolivia y Paraguay transitan procesos de democratización y en tal circunstancias cada quien confronta con poderes fácticos conservadores y reaccionarios que tratan de impedir el advenimiento de la formidable fuerza creadora de sus pueblos nativos y campesinos.
La contracción en sus senos maternos anuncian que pronto deberán parir un tiempo venturoso, nuevo, supremo…”una Patria libre de ataduras…”
La historia parece empeñada en demostrarnos lo sentenciado por el poeta José Hernández, una y otras mil veces que “…si entre hermanos pelean los devoran los de afuera”
El lugar geográfico, el escenario bélico, fue en territorio de los auténticos dueños de la tierra, los aborígenes, quienes se vieron involucrados y sobre todo perjudicados.
Desde la cosmovisión cooperante que enjuicia y concluye adversa a la filosofía de la mercantilización, naturaleza de la guerra, es porque ésta enturbia las relaciones entre las personas y los pueblos haciéndolas que sean relaciones entre cosas, donde todo se compra y vende al mejor postor.
La cooperación como método de relación entre las personas y los pueblos fue la costumbre y cultura practicada por miles y miles de años por los naturales de la tierra, hoy destruida y las consecuencias están a la vista.
12 de junio de 2011, otra conmemoración del armisticio, de la Paz de la Guerra del Chaco, otro recordatorio de que los países hermanos latinoamericanos y caribeños deben forjar sus propios destinos en fuertes lazos de unión e igualdad.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!