En ésta semana que pasó ocurrieron cosas que me sorprendieron, la primera fue que un día después de publicar mi artículo sobre Tina Ferreira, se conoció la novedad de la condecoración por parte de la UNESCO del candombe como patrimonio cultural inmaterial. La segunda fue la nueva encuesta pública que detalla nuestros hábitos sociales con respecto a la lectura y el tiempo libre en general. En consideración a eso los datos fueron los siguiente: la cantidad de jóvenes que lee ha disminuido en todos los sectores, incluso los jóvenes muy educados tienden a pasar menos tiempo leyendo”.
Sin embargo, en 1955 la población holandesa pasaba el 22% de su tiempo de entretenimiento leyendo –en tanto en 1995 se redujo al 9%- y la lectura era una actividad para todas las edades y categorías sociales.
Esta caída de la lectura no es igual en todos los medios impresos, puntualiza el estudio: en tanto se constata una mayor caída en la lectura de libros que de diarios, se verifica un incremento en la lectura de revistas.
La baja del tiempo dedicado a la lectura no es igual en todos los grupos sociales y parece depender de la habilidad para enfrentarse a la información y a la ficción. La rutina de lectura es más limitada en las generaciones más jóvenes, señala el informe.
Esta preponderancia del consumo televisivo frente a la lectura también se comprueba en Uruguay donde “mirar televisión, reunirse con amigos o familiares y escuchar radio son las actividades realizadas en el tiempo libre por más de la mitad de los encuestados” de acuerdo al Primer Informe nacional sobre consumo y comportamiento cultural (Uruguay 2002).
Con respecto a la lectura en Uruguay el 57% de la población lee un libro al año y casi la mitad de los que han leído obtuvieron el libro prestado. La investigación incluye los libros de estudio dentro del universo libros, por lo que quizás la edad no resalta como una de las variables que influyen en los niveles de lectura registrados, en tanto sí se destaca que estos aumentan con el nivel de estudios y que es superior entre las mujeres. Por otro lado, en relación con la gente que no lee libros el informe señala una heterogeneidad en los diferentes departamentos: mientras los no lectores alcanzan al 66% en Artigas –en la frontera norte de Uruguay- en la capital, Montevideo, la cifra es cercana al 37%.
“El decline de la lectura es visto por muchos estudios desde una posición negativa. Es generalmente analizado como una amenaza a los valores tradicionales, y la reducción de la lectura de diarios se vincula a la disminución de la conciencia cívica y el decline de los valores democráticos”