La Tercera fuerza
El reciente intercambio de opiniones, sobre el derecho de los ciudadanos catalanes a expresar su propia voluntad, nos ha mostrado dos realidades: la primera, y por eso no podemos hablar de existencia de debate de ideas y planteamientos polÃticos, es el escandaloso desconocimiento de la teorÃa polÃtica sobre soberanÃa, derechos, contrato social y constituciones. ¡Qué diferencia! con respecto a los debates que sobre estos temas tuvieron el protagonismo durante los siglos del Renacimiento a la Ilustración y sus realizaciones polÃticas. Por ningún sitio se ve a un Maquiavelo, un Altusio, un Lilburne, un Winstanley, un Locke, un Condorcet, un Rousseau…
Foto: Jornadas Republicanismo EspañolCon el asesinato de la República y los republicanos por la Dictadura y la Iglesia parece como si careciéramos de pensadores polÃticos. Un debate en las Cortes se limita a ser una exposición de voluntades de poder y una contra exposición, protagonizada por abogados y nunca por pensadores polÃticos. La mediocridad intelectual y polÃtica de la clase polÃtica española y nacionalista queda una vez más en evidencia. ¿Por qué no se dedicarán a otra cosa en la que no sea necesario tener capacidad para pensar en términos de pensamiento polÃtico?
La otra realidad, hace tiempo anunciada, que nos ha mostrado esta reunión de sicofantes parlamentarios es que la situación polÃtica española está caracterizada por un dato polÃtica y electoralmente estratégico de incalculable relevancia: estamos ante el fin del bipartidismo social, ante el fin del bipartidismo polÃtico y ante el fin del bipartidismo ideológico. Con la secesión de la clase polÃtica catalán y de la mayorÃa de los ciudadanos catalanes, diga lo que diga la Ley, ningún partido polÃtico español podrá volver a ganar, jamás, unas elecciones por mayorÃa absoluta, porque la mayorÃa de los ciudadanos catalanes nunca apoyará a partidos nacionalistas españoles. Y si algún nacionalista catalán se atreviera a apoyarlos, asistirÃa a su propio entierro polÃtico.
Tan evidente es esta nueva situación social y polÃtica que el señor Rubalcaba, abanderado del nacionalsocialismo español, ha propuesto un gobierno nacionalista de concentración PSOE/PP. Porque ninguno de los dos tendrá, en sà mismo, ni fuerza ni legitimidad para imponer su voluntad a los demás. Si Rubalcaba quiere hundir lo que vaya quedando del PSOE, que siga adelante con esa reaccionaria propuesta de alianza con la derecha clerical/nacionalista. Ya lo hizo la socialdemocracia alemana en 1919. Pero los alemanes son un pueblo obediente en el que nunca ha habido, después del siglo XVI, revoluciones cantonales, republicanas y liberales como en España.
El panorama social y polÃtico está tan fragmentado que ha llegado el momento de que las fuerzas polÃticas, sociales, progresistas, republicanas y de izquierdas aporten cada una sus propias fuerzas en torno a un manifiesto común para tomar el timón de la nave y darle la orientación proclamada y suscrita en ese manifiesto público y unitario.
Esta “Tercera fuerza†puede crear y derribar gobiernos de izquierdas. E incluso apoyando al PSOE, irreversiblemente disminuido, desde la periferia del Poder y en el Parlamento, allà donde están los movimientos sociales y polÃticos, para marcarle el rumbo polÃtico e ideológico. Fundamentalmente el ideológico porque han perdido todo referente ideológico progresista y republicano. Los gobiernos se pueden formar desde las minorÃas y por la misma razón se pueden hacer caer cuando se desvÃen del rumbo que le marquen las minorÃas plurales.
Estas minorÃas tienen hoy capacidad polÃtica, social y organizativa para formar mayorÃas contando con todas las fuerzas polÃticas existentes y emergentes en esta nueva realidad polÃtica, social y electoral. De que sepan concentrar sus propias reivindicaciones en un manifiesto común, concentrando sus fuerzas y sus esfuerzos, dependerá que sepan dar un cambio, potencialmente posible porque es socialmente real, a los gobiernos.
Y de paso poder expulsar del panorama polÃtico, como ya le ocurrió a la democracia cristiana italiana y a la francesa con el nombre de MRP, a los gobiernos clerical/reaccionarios del Partido Popular, representantes nostálgicos de la ideologÃa del nacional-catolicismo de Franco. Cuando menos, este aislamiento de la derecha clerical/franquista serÃa un juicio, el juicio que no se hizo durante la transición ni a la Iglesia ni a la Falange por sus responsabilidades en el mantenimiento de la Dictadura.