Escrito el viernes 2 de octubre, según iban pasando las horas…
Cinco de la mañana. Ya tengo setenta y tres añitos. A esas edades cualquier cumpleaños puede ser el último. Y a otras, también.
Seis de la mañana. Descubro, halagado, que en tal día como hoy nació Groucho Marx. ¿Y si parafraseara su epitafio? Le añadiría un pronombre. Sobre su tumba se lee: «Perdonen que no me levante». En la mía pondré: «Perdonen que no se me levante».
Siete de la mañana. Es un amigo quien me dice lo de Groucho. ¿Será cierto? Igual no. Igual se lo ha inventado para alegrarme el día. No voy a meterme en Wikipedia. Más vale dejarlo así.
Ocho de la mañana. Epitafios. El otro día escuché uno que me gustó: «Ná de ná». Pues eso.
Nueve de la mañana. Pongo la radio mientras me ducho y elijo, con más mimo y atención que nunca, las tropecientas píldoras de mi elixir de eterna juventud. El locutor conecta con Copenhague. ¡Hay que ver las idioteces que dicen los políticos! Llevan diciéndolas toda la semana. Los oyentes se las corean. Y los periodistas, ni les cuento. Afirmaciones volitivas, lenguaje performativo. ¡Vamos a ganar! ¡Somos los mejores! ¡Tengo una corazonada! Son niños que creen en la brujería. Están convencidos de que basta con decir algo en voz alta para que los deseos se hagan realidad. Parecen todos futbolistas entrevistados por la tele en vísperas de un partido importante. Da miedo pensar que dos, como mínimo, de los tres poderes -el legislativo y el ejecutivo- están en semejantes manos.
Diez de la mañana. ¡Corazonada! ¡No te fastidia! ¿Se puede ser más cursi? Pero cuidadito, porque puede derivar a infarto. Las ilusiones son emociones y las emociones son malísimas para el corazón.
Once de la mañana. Me malicio algo y acudo a Wikipedia. Truman murió en el 72. Gallardón nació en el 58. Mi hipótesis se derrumba: el segundo no puede ser la reencarnación del primero, como cabía suponer vista la afición de ambos a destruir ciudades.
Sobremesa. Fanfarronadas en la tele. Veo, distraído, las peliculillas de promoción. Buenas las de Chicago y Tokio. Mediocre la carioca. Pésima la de Madrid.
Siete de la tarde. Buenas noticias: los Juegos Olímpicos se van a Río. Allá ellos y allá penas. No podía imaginar mejor regalo en un día como éste. Cumpleaños feliz. Muchas gracias, alcalde. Un detallazo. La corazonada se quedó en goleada. ¡66 a 32! Chasco histórico. Lo celebraré tomándome unas caipirinhas.