…no se adaptan al cambio de clima y mueren confundidas y tristes por el futuro que han legado a sus retoños.
El mundo ya no es lo que esperaban que fuera, ya no es lo que querían legarles a sus lindas ‘flores nuevas’.
¿Qué es ahora? No se sabe, una masa informe donde se viene a morir. Un jardín elástico que, aunque se expande, no crece. Un súper tazón repleto de junk food y sitcoms de pinche hueva, una mega plaza repleta de tiendas repletas de souvenirs con los precios inflados hasta el tope, cuya materia prima es producida en una fábrica de porquería, filiales (¿o habrá que decir cómplices?) todos estos negocios de una inescrupulosa transnacional que se escribe con H grande, no hace falta decir nombres, para qué perder el tiempo deletreando H-u-m-a-n-i-d-a-d, si la famita de este emporio le precede: se les acusa de fraude, abuso de poder, contaminación del agua, del aire, del Cuerpo. De la tele.
Su estupidez es tal que inclusive se les culpa de crímenes contra sí mismos. No obstante esto, se complacen en montar teatros y pastorelas huecos en que claman ser hermanos, escriben libros deprimentes, aprobados (hay que admitirlo) por ti y por mí, donde se alaban entre los grupos más afortunados, licúan viejos cerebros para que los beban los nuevos ingresados.
Y una mierda, alcanzan a resoplar todavía algunas de ellas, tumbadas al sol, marchitas y casi muertas.
De haber sabido que esta plaga nos devoraría, le habría ahorrado a mi semilla todo el padecimiento que se le viene encima de un jodido sesgo.