Hipérbole y media es mucho más de lo que se pueda llegar a explicar. Hipérbole y media, de Allie Brosh, es un libro sobre cómo ser niño, sobre la depresión y sobre el amor hacia los perros. Es honesto y conmovedor. Una historia que te hace ser mejor después de leerla.
Allie Brosh consigue emocionarnos, hacernos reír y llorar con sus historias y captar emociones complejas a través de dibujos sencillos pero increíblemente tiernos y expresivos.
Incluye sus populares viñetas sobre la depresión, consideradas como algunas de las reflexiones más profundas que se han escrito sobre esa enfermedad.
El humor de Allie Brosh es de largo alcance: llega incluso hasta los paratextos. Si tuviéramos que creerla, al adquirir su libro uno recibe una mezcla heterogénea de «historias, palabras, historias sobre cosas (que le pasaron a ella), historias sobre cosas que le pasaron a otras personas (por su causa), cinco mil millones de euros, historias sobre perros y el secreto de la felicidad eterna». Y lo cierto es que la felicidad, si no es eterna, sí, al menos, lo parece mientras duran las páginas de Hipérbole y media, este libro absolutamente hilarante, abiertamente emotivo, cargado de ingenio juguetón, de inteligencia endiablada y mordacidad autoflagelante.
Que contiene, sí, historias de infancia: historias, por ejemplo, acerca de la perplejidad que provoca leer de adulto las notas que uno, de niño, dejó para un yo futuro, y de las cosas de que advertiríamos a nuestras versiones infantiles si pudiéramos hacerlo.
O historias sobre pasteles y sobre todo aquello que una niña de cuatro años puede ser capaz de hacer para conseguir uno. O sobre cómo, por orgullo, una niña (la misma niña, de nombre Allie o, lo que es lo mismo, Allie de niña) se metamorfosea en tragadora incansable de chiles alucinatoriamente picantes.
O también historias sobre perderse en el bosque con los padres y ver que su sabiduría, hasta el momento imposible de discutir y no sujeta a fallos, es, inesperadamente, más humana que divina.
Y que contiene, también, sí, historias sobre perros: sobre perros que son zotes entrañables y perros que tienen que ayudarles y que no logran más que causar problemas; sobre perros inasequibles a la domesticación e impermeables al conocimiento.
O historias sobre todo aquello que, como la procrastinación, las tareas del hogar (dos cosas que suelen coincidir en el espacio-tiempo) o las motivaciones miserables y ocultas tras nuestros comportamientos más generosos, hacen que a veces no nos sintamos del todo adultos.
Y historias, a su vez, sobre aquello que sí hace que nos sintamos más adultos; o más bien no: solo mayores, más cansados, más desapegados de todo e interesados por nada: la depresión, que Brosh no esquiva en un relato frontal de una sinceridad desarmante y una capacidad irónica que refleja la verdadera dimensión de su valor.
Una mezcla, sí, heterogénea; una mezcla de risa y drama y de todas las cosas que nos conforman y nos atañen. Y que tiene, además, unos dibujos de lo más coloridos.
Nacida en California, Allie Brosh se mudó a Idaho a los siete años. Fue a la universidad de Montana a estudiar ciencias hasta que recibió una beca para dedicarse al atletismo.
El blog que la hizo popular, Hyperbole and a half, nació en 2009 mientras se dedicaba a procrastinar para un examen de Física. En él narra historias personales y verídicas desde una óptica deformante, sometidas a una amplificación cómica, y las ilustra con piezas voluntariamente crudas y rudimentarias realizadas con PaintBrush. Su éxito le ha reportado premios y distinciones como la de ser incluida en la lista de las cincuenta personalidades creativas más importantes de la actualidad que realizó la revista Advertising age, y su blog ha dado pie, además de a un libro que vio la luz en octubre de 2013, a una muy popular serie de vídeos de YouTube
En la actualidad vive en Bend, Oregon, adonde se mudó en 2010. Colabora con una columna cómica en el blog colaborativo The Gloss y se dedica por entero a su blog.