Historias de la Taberna de Morales lugar de encuentro, maternal de múltiples leyendas y realidades en el transcurrir cotidiano es una cuidada narración abanico multicolor de vivencias y sueños
Tras la publicación en un periodo de cinco años de la trilogía compuesta por La carta de Bonsor, El ojo de Dios y El Erudito, se puede considerar que el escritor loreño Emilio Morales Ubago ha sentado sólida base con la que sentirse escritor de claros horizontes sin caer en lo repetitivo y localista. La Sólida y amena muestra nos la brinda los relatos cortos y extensos, algunos de ellos, publicados por la Editorial Gudalturia con el título de Historias de la Taberna de Morales. Lugar de y tertulias de múltiples leyendas y realidades, por el transcurrir diario con el autor nos cuenta: “Creo que perdí la cuenta hace ya varios años. Mi relación mola Taberna de Morales rondará ya, como pocos, por los veinte y pico de abriles”.
Lo cierto es que en todo este periodo de vivir el sentir creativo de lo literario, hoy nos encontramos ante una obra de calidad sostenida por narrativa amena sobre todas las vidas de misterio y desasosiego, que suelen ocurrir en el cauce del venero por el que discurren los muchos hechos sacados de la memoria con acertada escenificación literaria, sumando veintiún relatos de un variado abanico decorado con viñetas de belleza paisajista, que el lector atento saboreará con agrado el compás de las cosas del campo. Estas que se van perdiendo en los espacios digitales de síntesis del “Hola y por lo tanto” triste panorama decadente del lenguaje culto, rico y sencillo de los pueblos.
En la que se desliza el juego de la suplantación de un personaje que pasa por ser doble de otra persona. Divertido y crítico a la vez, ese retrato, lamentable, usual y cotidiano. En la esfera política Ese esperpéntico y misterioso caso del político ascendente. La copia no puede ser más perfecta para lograr el sainete de una realidad nacional que aburre al ciudadano pero que a estos parásitos les permite vivir de puta madre. Lo contrario de ese fantasma republicano que nos cuenta todo lo contrario para mostrar que los derrotados pasean en la oscuridad de la noche espantando a posibles guardadores del orden establecido. Naranjas es un relato corto sostenido por la belleza descriptiva del campo y sus frutos naturales. Toda una recreación literaria y ambiental a favor de la madre naturaleza. Y no puedo obviar que en este sorteo variado de comentarios tener en cuenta que son los mayores los que pueden comparar ahora los dos mundos, el de antaño y el de ahora.
El caso de la partera es historia en la que el autor, alcanza la edificación perfecta de la existencia de un pueblo andaluz de posguerra, por el que desfilan unos personajes llenos de vida y dolor, de la brega diaria en la lucha por la vida desde la miseria y pobreza. Catalina la partera es la razón que con la habilidad que da la experiencia, llena de contenido el ser y no ser de la vida tanto bien acomodados como pobres vencidos, vienen al mundo por el mismo centro ara asumir que todos son mortales. Y en ese mundo pueblerino unos y otros, sobresale la historia de un feto descubierto por unos marranos en un arroyuelo seco, dando lugar a una investigación buscando u a una inocente a quien cargar el castigo cuyo padre natural no debe ser conocido. Ya digo, magistral narración de un tiempo y unos hechos que fueron reales.
Bien que lo justifica el narrador en estos términos. “Sólo los viejos pueden contarte historias en las que la palabra dada era más importante que el papel moneda. Sólo las gentes que superan los quince lustros saben que cada casa del Casco Antiguo tiene una historia, que cada barrio ha vivido una tragedia y que de ventana a ventana han circulado mil y un chismes”.
Francisco Vélez Nieto