Durante años, la pareja formada por Paco Madrid y Yolanda Garrido de Pablo, han ocupado un lugar prominente en la oferta gastronómica del Valle de Arán con su establecimiento El Café Nuevo, en el que la hora del vermut o la salida vespertina para ir de las tapas, lo incluían entre los lugares de Vielha más recomendados por su servicio y original propuesta de tapas calientes, raciones y bocadillos.
Recientemente, movidos por su inquietud profesional, decidieron dar un salto cualitativo y cuantitativo a pesar de la crisis hostelera, abandonando la etapa del famoso bar-taberna para abrir un nuevo local en el centro de la Vielha vieja. El local, una antigua borda en la que se guardaba ganado, les ha dado la oportunidad de conseguir la atmósfera que pretendían, dotándola del más puro sabor aranés y por consiguiente montañés pirenaico. La Cuadra es su nombre y en su decoración intervienen utensilios de labranza, aperos, herramientas, logos publicitarios antiguos y hasta un corral en miniatura con sus gallinas y el gallo disecados. En la parte baja, pues el local tiene dos plantas, los pesebres restaurados hacen honor a esa personalidad rústica que el matrimonio Madrid ha perseguido. Tenemos pues un mesón restaurante perfectamente adaptado al ambiente tradicional de la zona. La disposición de las mesas no escatima espacio a los comensales, fórmula que suele olvidarse en detrimento de la comodidad; en este caso los propietarios han preferido que la amplitud del local permita comer sin agobios, cosa que se agradece.
Su valor más destacable es su carta, breve pero variada. La especialidad es la brasa de madera de roble. En los entrantes, destaca la receta de la abuela, consistente en codillo asado, frío, finamente cortado en delgadas lonchas con un aderezo secreto; las croquetas de carne de cocido o los pates del valle, pero no me olvido de unas patatas asadas a un punto que permite cortarlas en gajos y con una salsa, también secreto de la casa. Todo delicioso. En la brasa, podemos ver un asador de pollos pero lo inaudito es que giran sobre un lecho de brasa de leña. Este detalle determina que el pollo, rey de la carta, tenga un sabor y asado especial. Confieso que no había probado nada igual, aunque creo que en Madrid hay otro restaurante que emplea ese mismo método. Las “delicatesen” a la brasa son el cochinillo de Segovia, el lechazo de Aranda, el codillo y los caracoles. No hace falta nada más. Irresistible cualquiera de ellos. En los postres, entre otros, varios crepes rellenos, con higos, frutos del bosque, arándanos, con nata y flambeados. La carta de vinos es refinada, atesorada con la experiencia de Paco pero el de la casa es un vino de Tierras Altas del Ebro, rico y goloso con un apropiado coste. Otra cosa que no se puede olvidar es el precio de los platos, ajustados al bolsillo de cualquiera, servidos con la amabilidad de Yolanda.
Lugar altamente recomendado para los que lleguen hasta La Val D’Aran al que le vaticinamos mucho éxito, conociendo la trayectoria de nuestros amigos Paco y Yolanda. No perdérselo.