El exvicepresidente y candidato del PSOE, Pérez Rubalcaba, a pesar del tiempo transcurrido, todavía no ha sido capaz de digerir y asumir el tremendo batacazo cosechado en las pasadas elecciones generales del 20-N, unido al fracaso anterior en autonómicas y municipales. Lo terrible del caso y él lo sabe, es que dada su avanzada edad y con el desprestigio acumulado, carece de futuro político. Lo suyo, aunque no lo admita, habría sido quedarse de ministro de Interior, pero como ocurre con terca frecuencia, la ambición ciega a este tipo de personajes que solo los mantiene y se nutren a base de odio, rencor y un inevitable afan de revanchismo, alimento que administrado en pequeñas dosis podría dar su fruto pero que ingerido en la cantidad de don Alfredo, actúa condenándolo a eterno y frustrado aspirante, que crece con los años y solo contribuye a amargarle la existencia.
Este retorcido y correoso político, padece varios problemas que nadie en el seno de su partido se atreve ni siquiera a insinuarle. El primero y principal pasa por que en el PSOE nadie le quiere ni respeta; solo le temen. En segundo lugar figura el haberse creado una aureola totalmente ficticia de político eficaz e inteligente, cuando en realidad, a través de las decisiones tomadas, ha demostrado todo lo contrario y, por último, tiene la fea costumbre de faltar a la verdad con demasiada frecuencia y una caradura insólita tendente a considerar a los españoles como idiotas. Decirle al país que el Gobierno de Zapatero había cumplido el compromiso del déficit del 6% al final de 2011, cuando en realidad se situó en el 8,5% (dos puntos y medio superior) es inadmisible, toda vez que esa diferencia a supuesto el dejarle al PP un pufo de 25.000 millones de euros. Todos los dislates cometidos por el innombrable Zapatero y su equipo son los que ahora están obligando a los populares a intentar recomponer la política despilfarradora de ZP a base de presupuestos restrictivos, reformas, ajustes y copagos necesarios, que tan cínicamente critica ahora oposición socialista.
Muy en la línea de comportamiento del líder del PSOE, la número dos del partido, Doña Elena Valenciano, la de las dos carreras (una para ir y otra para volver), cuando aparece en TV y se planta de costado delante del micrófono para soltar mamarrachadas y en actitud chulesca, los ciudadanos ya no saben si reír o llorar; sencillamente patética. Entre sus últimos consejos al personal, destaca la arenga para que “las familias salgan a la calle para defenderse de los recortes del Gobierno”. Lógicamente nadie le hace ni puñetero caso y la razón es elemental: cuando se carece de credibilidad, intentantar convencer es una lamentable pérdida de tiempo pero lo curioso del caso es que le pagamos por ello. Que esta señora, “odiadora profesional”, profesionalmente hablando, se atreva a calificar al Gobierno del PP de “gran fraude y engaño masivo” es suficiente para descalificarla de por vida.
Existe un fenómeno que nadie entiende y mucho menos los primeros afectados, o sea los socialistas, consistente en asimilar que han perdido las elecciones y por mayoría absoluta, que carecen de poder, que no mandan y que en definitiva, al menos durante cuatro años solo podran ejercer de oposición. Son muy malos perdedores. Tras haber dejado a España como unos zorros, ¿a que pueden aspirar?, ¿quien les necesita?, ¿que están aportando?, ¿cuales son sus recetas para salir de la crisis?. Nada de nada. Todo pura, cruda y dura demagogia que está procurando mucho más daño del que imaginan aunque quizá eso sea lo pretendido. ¿Existirá algo más grotesco que la frase de Rubalcaba cuando afirmó que “España necesita un Gobierno que no mienta”?.
Solo les queda el feudo andaluz y a la vista de los últimos acontecimientos no sabemos por cuánto tiempo….