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Existe un tiempo. Tiempo para reír y reír, llorar y reír. Existe un tiempo para regar semillas vírgenes con cálidas lágrimas, para disparar mariposas sobre el hormigón gris y frío de la metrópolis. Existe un tiempo para sangrar, un tiempo para ir y volver, llegar y ser. ¿Y si vuelve? ¿existirá un tiempo para besar y contarlo? ¿existe un tiempo para los colores? Si llega, multipliquemos la última vocal por la propiedad del par, exista el tiempo para que cada nota musical trace una arruga en la arena del desierto, allá donde la arena es blanco glaciar, blanco estelar: destellos de cabos atados sin cuerdas. ¿Existe un tiempo en el que la noche se detenga para siempre en un aliento moribundo e impasible ante el movimiento de la aguja? En agujeros de gusano, crisálidas cristalizadas, cristales de colores anuncian un arco iris en el que existe un tiempo, el tiempo, fuera y dentro del afuera, donde fuera lo que fuere, si fuese, fue fuego, un tiempo en el que existió el fuego sin sintaxis ni sinapsis. ¿Existe un tiempo para besar tus cenizas?
- A mi reina. Bufón.