No lo conozco personalmente. Y eso que los dos somos juncos de las mismas orillas, las orillas que arropan el discurrir de las aguas serpenteantes por entre las marismas blancas del Odiel. Pero sí que tengo conocimiento de los hijos que alumbra la austeridad en la que habita, y ello me basta. Y he de decir que impresiona su ancestro, cautiva su virginidad de monasterio tibetano; sencillamente, se embelesa uno ante el anagrama multicolor que envuelve a sus obras. No hace distingos entre el material que abraza y esa no distinción le confiere la libertad del “flotante”…
De extensa obra, sus exhibiciones han recorrido no sólo el territorio nacional sino que como titiritero “serratiano” ha colocado por las aldeas del mundo sus siempre desinhibidas instalaciones, como lo prueba su presencia en Finlandia, Bélgica, Portugal, Alemania, Francia, Japón, Argentina, Madrid, Sevilla, Almería, Cádiz, Valencia, Santander y en Huelva en múltiples ocasiones. Muestras, todas ellas impactantes, hechas tanto a nivel individual como colectivo. Amén, también, de numerosas y ocasionales “performances”. O de ilustrador preferido por poetas y cantautores. O mismo cartelista diseñador de acontecimientos relevantes.
Yo diría que galardones los tiene casi todos. Por citar, citaremos un primer premio en el I Certamen Internacional Ciudad de Isla Cristina de 2002, primer premio del 43 Salón Nacional de Pintura Ciudad de Ayamonte de 2000, primer premio XVIII Salón de Otoño de Pintura de Huelva, primer premio del Cartel Anunciador del XII Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla de 1996, primer premio del Cartel Anunciador de las Fiestas Colombinas de 1999, primer premio del Cartel Anunciador para la campaña de pop-rock “Al calor de tu música” de 1995, primer premio del Nacional de Pintura “Doñana y su entorno” de 2005… Y premios de adquisiciones, segundos y terceros premios y menciones especiales en otras tantas propuestas.
No conozco personalmente a Juanma Vidal. Y eso que ambos nos mecemos, como cascarones de nuez, por las mismas aguas tintas y que bajo los mismos oleajes bautizamos nuestros respectivos credos. Pero sí que tengo en el entendimiento lo observado en sus tiempos de contemplación, y ello me basta. Y he de aseverar que lo puesto a contemplar ata de manera indefinida la mirada que se posa en sus obras, produce encantamiento; sencillamente, hechiza. No desprecia la materia que halla. Y en ese acogimiento desinteresado y ejerciendo como el mejor de los anfitriones encuentra, sin duda, la libertad del “flotante”…
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