¿Me dejas meter una palabra, aunque sólo sea de canto? La pelirroja del siglo XX, Katherine Hepburn, mira de frente al que es su marido en la gran pantalla sin parar de hablar. Como Spencer Tracy en plena lucha de sexos en “La costilla de Adán” espero meter una palabra aunque solo sea de canto, en su memoria.
Hace diez años, el 29 de junio moría la reina de África, la mediana de las mujercitas, la pelirroja de Filadelfia, la que papá Wikipedia define como: “célebre por la combinación única de talento, belleza distinguida y espíritu independiente”. Ganadora de cuatro Oscars con “Gloria de un día”, “Adivina quién viene esta noche”, “Nuestros años dorados”, y “El león en invierno”, es una de las actrices que más veces ha conquistado la estatuilla con su trabajo, además de haber sido nominada doce veces.
Corrían los años 50 cuando los movimientos feministas alzaron su voz y la lucha entre los sexos afectó a toda Europa. ¿Cuál era el nuevo papel de la mujer? La gran pantalla se dividió entre hombres y mujeres, y Spencer Tracy fue el único capaz de contestar: “Lo que prometí en la boda lo he cumplido: “con salud o sin ella, en la riqueza o en la pobreza, para bien, o para mal”, pero… es que esto ya rebasa lo peor: Soy un anticuado. Quiero que haya dos sexos, sí. No me gusta descubrir de repente, que estoy casado con una mujer moderna. Quiero una esposa y no un competidor” (“La costilla de Adán”).
Pareja en la ficción de James Stewart, Humphrey Bogart o Spencer Tracy entre otros, ha sonsacado auténticas sentencias a sus desesperados maridos: “Yo creía que todos los escritores bebían en exceso y pegaban a sus mujeres. Sabe, una vez deseé, en secreto, ser escritor”; “La más hermosa vista de este maravilloso mundo es ver a la clase privilegiada disfrutando de sus privilegios”.
Protagonista de comedias románticas, luchó contra el racismo en “Adivina quién viene esta noche” con su papel de madre piadosa, y viajó a África de la mano de Humphrey Bogart, algo tan influyente en su vida que recogió el rodaje en un diario: Cómo viajé a África con Huston, Bogart y Bacall y casi pierdo la razón.
Elegante, alta, con buen porte y una mirada terriblemente seductora y traviesa, conquistaba la cámara como pocas, una auténtica paulova en Hollywood. Como dijera en cierta ocasión uno de los directores que trabajaron con ella, Frank Capra, «Hay mujeres y luego está Kate«.