En tiempos de crisis, al Real Madrid la banca le abre líneas de créditos por más de 300 millones de euros para fichar a ‘superestrellas’ mientras el 86% de las pequeñas y medianas empresas tienen dificultades para acceder a créditos.
El Real Madrid ha gastado más de 200 millones de euros en fichajes en menos de un mes. A pesar de la grave situación económica general, en la que también está inmerso el fútbol, el club presidido por Florentino Pérez ha revolucionado el mercado con un intenso debate sobre la pertinencia de ese gasto en la actualidad. La política del presidente del RM ha suscitado comentarios desde todas las esferas, pero su postura es inamovible: gran parte de ese dinero no es un gasto, dice, son inversiones que se recuperarán con creces.
A mediados de junio, se confirmaba la noticia del fichaje del jugador portugués Cristiano Ronaldo por el Real Madrid, a cambio de 94 millones de euros al Manchester United, la mayor cantidad pagada por un futbolista. Además, Ronaldo será el jugador de fútbol mejor pagado de la historia, a razón de trece millones en cada uno de sus seis años de contrato. Días antes, el equipo madrileño acordaba con el Milán el traspaso del brasileño Kaká por 65 millones; el jugador percibirá nueve millones también por seis temporadas.
Ambas operaciones suponen un gasto de 291 millones de euros, al que se unen los 300 millones que el Real Madrid ha invertido en otros fichajes, sin contar salarios, en las dos últimas temporadas. Cifras a las que también habría que añadir los 35 millones de euros que el club blanco acaba de emplear en la contratación del delantero francés Karim Benzema.
Florentino Pérez ha recibido dos créditos de 76 millones de euros cada uno, procedentes del Banco Santander y de Caja Madrid, entidad sin ánimo de lucro y destinada al fomento del ahorro entre particulares y medianos empresarios. La presencia de representantes de los distintos partidos políticos en su dirección da al asunto una dimensión pública, todavía mayor si se tiene en cuenta que el 86% de las pequeñas y medianas empresas españolas tienen dificultades para conseguir un modesto crédito.
«Los jugadores que parecían más caros fueron los más baratos». Este es el argumento principal de Florentino Pérez para defender sus «inversiones». Basa la rentabilidad de los fichajes en la explotación de la marca Real Madrid, de gran fuerza en el mercado asiático y que puede reportarle grandes beneficios en forma de patrocinios, giras, o cualquier otro concepto que implique un ingreso en las arcas del Santiago Bernabéu. Por tanto, Kaká y Cristiano Ronaldo se convierten en incorporaciones cuyo rendimiento debe ser, en un principio, económico, que a largo plazo debe ir acompañado de un rendimiento deportivo, hasta cubrir e incluso superar la cuantía del fichaje.
Si la ecuación parece fácil, ¿por qué no lo hacen todos los grandes equipos? Los defensores de esta política argumentan que ningún otro club tiene la fuerza de la marca Real Madrid. Sin dejar de ser cierto, no lo es menos el hecho de que el Real Madrid, junto con el Barcelona, el Athletic de Bilbao y el Osasuna, es una asociación deportiva y no una Sociedad Anónima Deportiva (S.A.D.), las cuales están expuestas a un mayor control por parte de los organismos públicos. Las S.A.D. deben unos 600 millones de euros a la hacienda pública, pero no hay datos de las deudas de los cuatro equipos citados.
Florentino Pérez ha decidido desafiar la poca lógica que queda en el mundo del fútbol. Un mundo que en los tiempos de bonanza del ladrillo fue invadido por nuevos ricos con ganas de comprarse un juguete en forma de club de fútbol. Un deporte que mueve pasiones se ha convertido, con la crisis, en una riada de deudas sin fin: entre veinte y treinta equipos de la 2ª división B corren peligro de desaparición por impagos. Pérez, reconocido empresario del ladrillo, no pone en juego su capital, pero si el plan no se cumple punto por punto, sí pone en juego la pasión de millones de personas. Ahora bien, se dice que ese club debe unos 500 millones de euros, y hay quien aventura que no tardaremos en asistir a otras recalificaciones de terrenos como sucedió con los de la ciudad deportiva en la Castellana en la que se edificaron cuatro rascacielos.
Javier García Ropero
Periodista