Cultura

LA DERROTA DE LA LITERATURA

Las novelas de caballerías regresaron con fuerza al panorama literario, cuando parecía que con el Quijote se iniciaba un camino definitivo. Alonso Quijano ha de salir de nuevo a los caminos, pero esta vez disfrazado de mono y con una pulga como escudero, cuando son otros los tiempos y otros los lugares por donde cabalga ahora sin rocín. Su musa, el motivo de su locura y su búsqueda, sigue siendo Dulcinea, la coartada para que el escritor se vaya directo a través de la literatura, a través del arte. Si Miguel de Cervantes arremetía contra todo un género narrativo en predominio, yo, el que está detrás del mono, hago lo mismo ahora con todos mis actos y afirmaciones. En realidad soy una mezcla Cervantes y Marcel Duchamp, un provocador en pos de la esencia artística, un chango que salta por la jungla cibernética con ese grito de Tarzán que suena como si fuera aullido de lobo, aullido como el de Allen Ginsberg pero anunciando, a otra generación, el final de los tiempos.

Hoy, que vivimos caminando directo hacia la distopía, casi ningún escritor es capaz de estar en su tiempo, de enfrentar esa distancia entre el presente y el futuro, para conformarse con asimilar y narrar exclusivamente lo banal; ahí está la verdadera derrota de la literatura. Y ya no son las actuales novelas de caballerías, de un historicismo suplantador para lograr mejores ventas, lo es todo, una narrativa vacía de contenidos que no viene diciendo, salvo excepciones, nada nuevo, que no sobrepasa ese costumbrismo galdosiano: la misma novela escribiéndose una y otra vez es la novela española del siglo XX. ¿Serán capaces los autores españoles de escribir algo distinto en este siglo? ¿Y qué harán los autores hispanoamericanos? «La novela, ahora más que nunca, ha de indagar en los problemas esenciales del hombre, en su tiempo y en lo que se avizora en el horizonte y más allá de él».

El mono arremete contra los gigantes del mundo editorial, que son esos molinos de viento, mientras la literatura se ahoga en un pozo profundo. Nadie hace nada y todos se miran al ombligo, no hay una ruptura… porque la misma crisis de la Humanidad se ve reflejada en todas sus manifestaciones, cuando ni siquiera los que deberían alzar su grito, a través de la palabra, lo hacen.

El escritor, hoy, es menos que nada… un burgués complaciente, un derrotado, pues son muy pocos los que asumen el peso de una responsabilidad evadida por la mayoría.

(Este Quijote-mono, que ya no utiliza lanza, acaba de arrojar un cóctel molotov).

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.