Estos últimos días hemos conocido la fortuna inmensa que amasó Luis Bárcenas, Tesorero y Gerente del Partido Popular durante años y años, y no hemos tenido otra opción que atar cabos para llegar a comprender la estafa perfecta que ideó, presuntamente, por supuesto, uno de los dos partidos políticos más importantes de este país.
Resulta que se calcula, según las informaciones aparecidas en la prensa en el día de hoy y en función de la información obtenida por el auto del juez Ruz, instructor del caso, se calcula, te decía, que Bárcenas tiene alrededor de 22 millones de euros en cuentas suizas (cantidad que sigue subiendo, como el bote de la lotería, a cada hora que pasa porque acabo de leer ahora que se le han encontrado dos nuevas cuentas en Estados Unidos por dos millones de euros cada una).
Pues bien, en la última regularización ideada por Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda, según publica la Cadena Ser en su página web, Bárcenas habría regularizado la nada desdeñable cifra de 10 millones de euros, limpiándolos de polvo y paja y convirtiéndolos en dinero legal. ¿Qué te parece?
¡Exacto! Un escándalo en toda regla. Pongámonos a divagar, a suponer y situémonos en el año 2005, por ejemplo. El Partido Popular está en la oposición y Bárcenas empieza a enviar dinero a Suiza (el año es aleatorio, claro está, porque seguro que ya empezó antes), no sin antes acordar con sus compañeros de dirección del partido, Montoro, seguro, y Rajoy, por supuesto, por acción u omisión, que en cuanto los populares lleguen al poder se idearía una amnistía fiscal para traer ese dinero de vuelta. Dicho y hecho.
Por avatares de la vida, de la crisis, y de la navegación a la deriva de Zapatero en su último año, Rajoy llega al poder, el Partido Popular tiene la potestad de orquestar leyes a su antojo gracias a la mayoría absoluta y arbitra una amnistía fiscal, como habrían previsto unos años antes.
De esa forma todo el dinero que viajó a Suiza de manera fraudulenta, presuntamente, repito, podría regresar perfectamente blanqueado con una mínima pérdida en forma de penalización del Estado. ¿La jugada perfecta? No, ¡la estafa perfecta! Estafa a todo el conjunto de la ciudadanía española que mientras asiste al recorte permanente de su Estado del Bienestar comprueba como todo el dinero que se quieren ahorrar sus gobernantes con los recortes está en cuentas suizas, porque no nos engañemos, el dinero que Bárcenas derivó a Suiza era única y exclusivamente de los ciudadanos españoles, presuntamente.
Y lo peor es que todo el mundo mira para otro lado. Los políticos corruptos cantando aquello de virgencita, virgencita; los que no lo son, asiéndose al cargo ante la excesiva profesionalización de nuestra política, y los ciudadanos demasiado preocupados en mantener nuestro puesto de trabajo.
Lo único positivo es que parece que la justicia acaba siempre actuando, tarde, sí, pero actúa y, al menos, pone a los corruptos ante los tribunales. Otra cosa ya es las sentencias que se consiguen.
¡Pasen y vean, amig@s! ¡Bienvenidos al país de pandereta llamado España!