«Porque el hombre no vive sino en la mentira, y de la mentira necesita pero adora (académicamente) todo lo que es naturaleza todo lo que es espontáneo, que está exento de estudio, de esfuerzo, de artificio».
Página 33. (PENSAMIENTOS SOBRE LA MENTIRA).
«Por fuera la vida resuena: los hombres aman, tienen esperanzas, luchan; los jóvenes se apartan de sus habituales pequeñas alegrÃas y con el rostro radiante van a sufrir y a luchar por una idea […] ¿Quieres también la alegrÃa vanidosa de que alguien te vea y crea que piensas? […] Asà la veda del hombre en la naturaleza en cuanto cesa de ser bestial es vida esclava y consciente de esta esclavitud. No menos esclavas son las bestias leonadas individualistas de nuestros tiempos. [..] ¿Dónde está entonces la libertad para el hombre? Está en su pensamiento, dios santo, que en cÃrculos que se alargan como al onda del individuo a través de todos los grados de la humanidad hasta la universalidad, alcanza la contemplación del infinito»..
Páginas 49-53 (LA LIBERTAD).
«Vanidad significa; significa volver a caer a un grado bajo de reconocimiento y hablar por reminiscencia de la propia vida pasada; significa salir de la vida, holgazanear, jugar al ajedrez; significa en una palabra volverse profesores».
Página 60 (SABIDURÃA Y FELICIDAD).
La noche resonaba de llamadas apasionadas, mil antorchas se agitaban confusamente e iluminaban de rojos destellos anchas caras sonrientes de alegrÃa imperecedera por los gruesos labios que buscaban los labios».
Página 120 (LA LEYENDA DEL SAN VALENTÃN).
«Y Paolino estaba contento de contentar precisamente él a los otros, y estaba orgulloso de que los otros tuvieran necesidad de él para estar contentos […]».
Página 135.
¿Qué se puede decir de Carlo Michelstaedter? ¿Acaso que fue un filósofo, un narrador, un poeta, un crÃtico de finales del siglo XIX y principios del XX? ¿Que puso fin a su vida cuando apenas habÃa empezado a despertar, a los veintitrés años? ¿Que su obra y la profundidad de su pensamiento anonadan?
SÃ, podrÃa decirse todo eso y en realidad estarÃamos dando una imagen deformada y pobre del autor quien, tan sólo en un par de décadas de existencia habÃa reflexionado y visto suficiente, sobre todo hacia adentro. Se habÃa “conocido a sà mismo†y habÃa considerado que la muerte era la única forma de seguir. Escalofriante. Aunque no menos que su erudición griega, y, sobre todo, la claridad de su reflexión. No es fácil comprender a Michelstaedter ni siquiera en los breves artÃculos o reflexiones que recoge este libro: su profundidad y su erudición, asà como la rapidez con que escribÃa (menos atento a signos de puntuación de lo que uno desearÃa a veces) hacen que su escritura sea no sólo personal y de gran calado, con un tinte mÃstico-antropológico de quien se conoce bien y conoce al hombre, sino además no apta para mentes simples.
Esta colección de reflexiones, cuentos y crÃticas resultan de una calidad brutal, conteniendo las primeras un lenguaje poco menos que filosófico, y las últimas revisiones de obras que nos obligan a los crÃticos a comprender la banalidad de algunos de nuestros comentarios. En estas reflexiones el autor mira hacia su interior y se responde sobre lo que encuentra con una honestidad poco común, acepta las miserias del hombre, su relación inevitable con la mentira, se la vista o maquille de hipocresÃa o no; la falta de libertad real e Ãntima, la que tiene que ver con las decisiones propias y no con los sistemas polÃticos y un etcétera de cuestiones que giran ante la dificultad de la vida y la imposibilidad de alcanzarla plenamente si no es a través de la muerte. Llega a decir en su reflexión LOS NOMBRES:
“[…] sólo en la muerte tendrá a libertad, sólo en la muerte tendrá la verdadera actividad en tanto que habrá reconocido que la verdadera actividad no existe, es decir que la verdadera actividad es la nada.-“
Página 58.
Se puede decir, por tanto, que su pensamiento es pesimista o su lectura deprimente, pero en realidad sólo depende del enfoque con que nos aproximemos a ellos. El pensamiento de Carlo Michaedster no creo que fuera puramente pesimista para Carlo Michaedster, sino honesto, y puramente filosófico. Crea el lenguaje de la verdad para consigo mismo y no encuentra más verdad absoluta que la muerte. Y hacia ella encamina su realidad, la única realidad posible para él.
En este sentido también encontramos el relato LA LEYENDA DE SAN VALENTÃN, por otro lado de bellÃsimos tintes medievales y legendarios, particularidad que comparte con EL BORA. En el primero de ellos Doña Beata, la mujer del conde Anselmo sueña con huir al lado de un caballero…sueña que se pierde en la noche y confunde el sueño y la muerte de una forma onÃrica que el lector difÃcilmente puede separar. ¿Muere en el sueño o muere porque ve morir su sueño, su anhelo?
En EL BORA hay, en cambio, raÃces mitológicas, explicaciones legendarias del nacimiento de un viento… nacimiento que procede de varias muertes, de una pérdida que es llamada con melancolÃa…
Es también la negación de la muerte y el dolor lo que impide al protagonista de PAOLINO, convertirse en hombre, en adulto.
Y, en definitiva es la muerte el gran tema de la Literatura, reflexiva o de ficción de Carlo, que, por supuesto, no tuvo más remedio que unirse a su gran amada a los veintitrés años, pues le reclamaba con cantos inevitables de sirena.
Un libro único, auténtico, original y muy hermoso con la fuerza de la palabra y la acción brutal del pensamiento puestos a trabajar sin descanso.