Es lógico que no quieran ya pequeños centros de oración o mezquitas con techumbres de cemento ondulado. Tampoco que estén ubicadas en barrios marginales, lo que ya va resultando menos lógico, puesto que los usuarios a los que van destinadas habitan en esos barrios. Informados y asesorados sus equipos de inversores por sus amistades en los diferentes municipios, van clavando las chinchetas color verde en terrenos que aparecen en los planos como a propósito de sus propósitos, en zonas residenciales a varios kilómetros de distancia de cualquier núcleo mínimamente poblado de musulmanes, aportando proyectos de súper-construcciones compuestas por módulos, algunos helipuertos, almacenes y otras extrañas edificaciones de las que se ignora su uso. Es una realidad fácilmente constatable que el número, dimensiones y dotaciones de estas mezquitas a construir en los países civilizados, se ha disparado del cero al infinito. Se ve que no les falta dinero fresco.
Al tiempo, nos han llegado ecos desde el Tibidabo de voces provenientes de las filas de la Junta Islámica Catalana y la Unión de Mujeres Musulmanas de España, reunidos en IV Congreso Internacional de Feminismo Islámico cerca de la Gran Vía madrileña, bajo el patrocinio de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID), el Ministerio de Igualdad, el Instituto de la Mujer, la Consejería de Mujer y Empleo de la C.A. de Madrid, la Casa Árabe y la Casa Asia, y al que han asistido, entre otros, Zahira Kamal, ex-ministra “palestina” para asuntos de la mujer. Nos llegan estas voces sobre feminismo, sin que ninguna de ellas denuncie el origen de sus males, la dictadura de la sharía en los países y territorios desde donde han arribado, dictadura que, incluso, pretende y a veces consigue actuar en las democracias, caso de Gran Bretaña, y siempre al amparo de los clérigos musulmanes. Voces estas que nos llegan entremezcladas con noticias sobre los sufrimientos que está soportando una mujer en Irán, acusada y ya sentenciada por adulterio, las decenas de muertos en Iraq o Pakistan a manos (a bombas) del terrorismo islámico, mientras se minimizan los múltiples matrimonios no voluntarios que las fuerzas del orden han evitado en los últimos meses, en los que la mayoría de las víctimas son menores de edad, niñas. Esta es una práctica común en el Magreb y los países musulmanes de Oriente Medio y los territorios llamados palestinos, donde las niñas, adolescentes y mujeres que se niegan a estos pactos sufren agresiones, amenazas y, algunas, muertes por honor a manos de sus padres, hermanos y otros familiares.
También se sabe que las asistentes a este congreso madrileño, destacamos una, Daisy Khan , han salido como traspuestas, levitando, absolutamente poseídas por el mensaje coránico, exultantes con el íntimo, hondo, recóndito y profundo convencimiento de que el Islam ha vuelto a clavar otra pica en España, en su avance inexorable hacia la oscuridad total. Al fin y al cabo, en la especie de ong que dirige esta mujer, “Sociedad Americana para el Avance del Islam”, se dedica a ese menester.
Todo forma parte de un macro-proyecto de su esposo, el imán Faisal Abdul Rauf, sospechosamente titulado CÁRDOBA INITIATIVE, cuyo núcleo es la construcción de una inmensa mezquita justo en la Zona Cero, donde el 11-S le hicieron un hueco unos terroristas correligionarios suyos, para que desde los urinarios y cagaderos de ese futuro centro musulmán pueda contemplarse la zona en toda su extensión. Trece plantas de mezquita y centro islámico, trece plantas de sarcasmo puro. Otra pica islámica, esta vez en el corazón económico de USA, justo en la herida mortal aún no cicatrizada, provocada por gente del mismo credo.
/No diría que EEUU se merece lo que ocurrió, pero las políticas de EEUU fueron cómplices del crimen. Imán Faisal Abdul Rauf/
Los alientos recibidos en el congreso madrileño, más los que recibe de continuo de Joan Brown Campbell, directora del Depto. de Religión de la Chautauqua Institution, hija del que fue secretario general del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo de los EEUU, quien al parecer y según se lee en la prensa digital, apuntó la posibilidad de “reacciones violentas” contra los que se negaran a tener a estos hijos de Mahoma tan cerca de la Zona Cero, así como los ánimos administrativos municipales que recibe, también en menú diario, del alcalde de NY, Bloomberg el cual, como todos los malos judíos, confunde los rábanos con las hojas, excitan la verbosidad de esta señora en las ruedas de prensa y entrevistas que no cesa de conceder. No levanta los dedos en V, todavía, pero sí se refiere empíricamente a Al Andalus y, de manera soterrada a Al Aqsa, construida como se sabe no solamente sobre las ruinas del Templo en Jerusalén, sino también sobre el pecho de todos los judíos.
En EUA hay miedo, mucho miedo al Islam. A veces, las catástrofes, las invasiones, las derrotas en las guerras, las desgracias, endurecen a los países, los galvanizan en torno a lo que les es propio y a los líderes que defienden esa identidad. Como resultado de ello recobran el pulso y, como un caballo sin bridas, saltan sobre el futuro con nuevos bríos. Otras veces, no. Otras veces aprietan el culo, aplauden, jalean y siguen a líderes sin carisma y cercanos ideológicamente a los que les han agredido, con la no manifiesta intención de agradarles. Seguramente debido a ello, en Estados Unidos le están llenando las arcas a la Sra. Khan, que en una reciente explosión de júbilo manifestó que el día de la inauguración del complejo urbanístico, un 11 de septiembre, será histórico, porque el evento será el mayor éxito del Islam en muchos años, el principio del fin del imperio americano.
No ha de extrañar en tal caso que recién el congreso de villa y corte, a flor de piel sin rubor alguno, falso en todo caso, la euforia traducida en verborrea, en facundia y garrulería connatural, la Sra.Khan se refiere al Córdoba House con términos tales como “unificador del islam norteamericano”. No contenta con el impacto causado por la frase en la periodista, repite el ataque: “El Corán, intrínsecamente, garantiza la igualdad de derechos a las mujeres y, de hecho, el Profeta era un feminista de su tiempo”.
– ¿Cómo dice?- explota la cronista, sin querer dar crédito a lo oído.
– Sí – abunda la Sra. Khan, entrecerrando los párpados, grandes y oscuros párpados como abanicos negros, como mejillones sin abrir. Continuó, triunfante: – Ayudaba en casa, respetaba a las mujeres, fue monógamo durante quince años, cuando los hombres tenían varias esposas.
Debió de producirse un silencio plomizo y muy, muy largo, porque en la entrevista no se despidieron. No hubo adioses. Lógico. Seguramente la entrevista era un trabajito destinado a Marujatorres, por serle más propio, y se garantizaba con ello que el exabrupto quedaría solapado en la redacción de El País, cual filtro calibre 22. Parece que el tono de esta hagiógrafa musulmana fue entre bromista y cómplice. Menos mal. Aunque, tal vez con las prisas, con las apresuradas bromas y complicidades, a esta recaudadora de dólares se le olvidó ampliar siquiera un poco la biografía de su beato, gazmoño y tartufo.
Olvidósele decir que el iluminado y feminista tuvo más de cinco esposas, lo que no era una barbaridad para la época, cierto es, aunque hay autores que incrementan la cifra a más de doce. Olvidó referir que una de esas esposas, Aisha, hija de Abu Bakr, tenía seis añitos cuando le fue entregada a su profeta. No obstante, dice la tradición musulmana, hadits, que el matrimonio no fue consumado hasta que la niña cumplió nueve años. Toda una mujer. (Shahih Bukhari. Los 40 hadices: Aisha relata: “El Profeta fue mi prometido cuando yo era una niña de seis años…Inesperadamente, el apóstol de Alláh vino por mí en la tarde y mi madre me entregó a él. En ese tiempo yo era una niña de nueve años de edad. (http://www.usc.edu/dept/MSA/fundamentals/hadithsunnah/ bukhari/). Mahoma tenía 54 añitos recién cumplidos, igual que el abuelo de ella. Unos críos. Aunque no siempre las esposas eran tan jóvenes, pero sí igual de respetadas. Concretamente la primera, Khadidjah, era quince años mayor que Mahoma, pero tenía algo que la hacía muy interesante y apetecible a los ojos de cualquier medrador: las riquezas. Las otras esposas de las que habla sus hadits fueron, Sawdah, Hafsha, su prima Zeinab, que también era esposa de su hijo Zaid, Umm Salamh, la cristiana María, Mariyah Al-Qibtía, Safiah y Ramlah. Nada dicen sobre trato exquisito para con las mujeres, menos aún de feminista actitud de Mahoma. Si acaso femenil. Item más, si hemos de atenernos al texto coránico (obra de Muhammad, aunque inspirada), Sura 37:22-23, las mujeres serán castigadas por los pecados de sus maridos, y si hemos de seguir basándonos en los hadits, en sus correrías de conquista y persuasivas conversiones, repartía las mujeres capturadas como trofeos o premios a sus guerreros, haciéndolas esclavas sexuales en cumplimiento de lo dictaminado en su ópera primera, que prescribe que cualquier amo musulmán puede acceder carnalmente a sus esclavos, sin especificar sexo. En tan magna obra no se prohíbe la violación, todo lo contrario, la mujer debe estar siempre sexualmente disponible para el marido “como un campo listo para ser labrado”, y se autoriza al varón para que pueda azotar a sus esposas por desobediencia, ya que como “son intelectualmente inferiores” él está “un grado sobre ellas”. La Sra. Khan, puesta a omitir, prescindió de mencionar siquiera de soslayo, para hacer más evidente el feminismo de Muhammad, que condenó a las mujeres a, por ejemplo, no heredar la misma porción que los hombres en el reparto de bienes, por valer solamente la mitad que el varón, a cubrir su cabeza y rostro en público, a necesitar cuatro testigos masculinos en caso de denunciar violación; en caso contrario, la denuncia por violación se convertiría en confesión de adulterio.
A Dis gracias, Muhammad era un perfecto feminista, que ayudaba en casa, respetaba a las mujeres, y que el Corán garantiza la igualdad de derechos a las mujeres. Podría haber sido peor.