Para 222 millones de mujeres en todo el mundo, la decisión acerca de si tener un hijo o cuándo tenerlo no es una opción. La falta de acceso a métodos anticonceptivos modernos supone una grave amenaza para las vidas de las madres y de sus hijos, además de un coste insoportable para las economías familiares. Las complicaciones en el embarazo provocan cada año la muerte de 50.000 niñas y jóvenes de 15 a 19 años, la principal causa de muerte en esa franja de edad. En regiones como África central y del oeste, solo una de cada diez mujeres casadas utiliza métodos anticonceptivos modernos.
Estos datos han sido publicados en los últimos días por organizaciones como Save the Children y el Guttmacher Institute. Con ellos pretenden influir en la Conferencia Internacional sobre Planificación Familiar convocada en Londres la próxima semana por el Gobierno británico y la Fundación Bill y Melinda Gates. Se trata de una oportunidad poco común, porque la polémica que rodea habitualmente los debates sobre planificación familiar hace que este asunto central del desarrollo reciba mucha menos atención de la que merece. La propia Melinda Gates ha dejado claro que prefiere limitar las diferencias con el Vaticano y otras organizaciones religiosas: se hablará de la ausencia de métodos anticonceptivos pero no de abortos insalubres, aunque lo segundo es en buena medida consecuencia de lo primero (y mata a 26.000 mujeres africanas cada año).
Polémicas aparte, la posibilidad de lograr avances concretos en este campo sería una de las mejores noticias de un año en el que los compromisos con los países empobrecidos menguan. El informe del Guttmacher Institute calcula que eliminar la brecha en el acceso de las mujeres a métodos anticonceptivos tendría “efectos monumentales” en el ámbito de la salud: evitar 26 millones de abortos y 7 millones de embarazos malogrados; reducir en más de un millón las muertes de niños menores de cinco años; o recortar en dos tercios el número de embarazos no deseados.
Uno de los ámbitos en los que se puede marcar la diferencia es en el de la mortalidad materna. Se estima que en 2012 más de 290.000 mujeres morirán por complicaciones relacionadas con la gestación, de las cuáles un tercio eran embarazos no deseados. Son más de 100.000 muertes que podrían ser evitadas.
La estrategia por una planificación familiar eficaz comienza en las políticas de salud, la formación del personal sanitario y el acceso a métodos anticonceptivos asequibles. Pero también es imprescindible vencer las barreras sociales y culturales que impiden a muchas mujeres disfrutar de este derecho. Desde los matrimonios infantiles hasta el estigma del sexo fuera del matrimonio, pasando por las relaciones forzadas, el papel de la sensibilización y la educación es determinante.
Los donantes internacionales gastan en este momento 4.000 millones de dólares cada año en los programas de planificación familiar, lo que resulta en un ahorro de 5.600 millones en la lucha contra los problemas derivados de los embarazos. Incrementar las ayudas hasta los 8.100 millones que serían necesarios para cerrar la brecha del acceso a métodos anticonceptivos modernos elevaría el ahorro a los 11.300 millones: 1,40 dólares ahorrados por cada dólar invertido.
Gonzalo Fanjul
Experto en desarrollo