Pobre Vicente Sánchez Ruipérez, tuvo que conseguir todo lo que deseaba para comprender que no tenía nada de lo que necesitaba, todo era baladí, superfluo y trivial, nada esencial, nada importante, había un hueco en su alma.
Un hueco de 21 gramos que Vicente Sánchez Ruipérez trataba de ocultar, trataba de llenar. Compraba una casa más grande, un coche más deportivo, una televisión más panorámica y una esposa más joven y atractiva, pero el hueco no se llenaba.
Persistía, resistía, se mantenía, nada parecía colmarlo, el hueco era insaciable, quería más y más, y Vicente Sánchez Ruipérez no comprendía la esencia del hueco y se sentía fracasado.
Porque el fracaso nos golpea cuando no conseguimos lo que necesitamos, no cuando no conseguimos lo que deseamos, ése es otro sentimiento, el cuál se suele confundir con el fracaso, pero no lo es, no es más que una ligera frustración.
Un trabajo mejor, un traje más a medida, un reloj más caro, unos zapatos de piel de animal en mayor peligro de extinción, amigos más selectos, nada, el fracaso seguía ahí, no se marchaba, campaba a sus anchas y parecía haber llegado para quedarse.
Vicente Sánchez Ruipérez consultó con sus amigos, con sus padres, con sus conocidos, con sus compañeros de su viaje, por supuesto con su psicólogo, pero nada, nadie sabía darle una respuesta clara. «Tienes todo lo que se puede desear, ¿qué más quieres?».
Y él no sabía que responder, porque era cierto. Tenía todo lo que siempre había deseado, pero se sentía fracasado, porque no tenía nada de lo que necesitaba, y él lo había comprendido, por lo que era un fracasado afortunado, después de todo.
Entonces, se olvidó de sus deseos y se centró en sus necesidades, vendió sus posesiones y enriqueció su alma. El hueco comenzó a disminuir de tamaño, de peso, 20 gramos, 17 gramos, 15 gramos, 10 gramos, 5 gramos, …, hasta que un día Vicente Sánchez Ruipérez se despertó feliz, se sentía un triunfador.
Había perdido sus posesiones materiales, las había cedido a cambio de la felicidad, porque Vicente Sánchez Ruipérez había entendido que cuanto más vacíos nos sentimos más objetos materiales deseamos poseer.