Tres funciones de la Televisión.
Por lo general se dice que hay tres funciones principales de la televisión: informar, entretener y educar. La primera es una función meramente pragmática porque tiene por objetivo la buena organización de algún procedimiento social.
Y no se puede objetar su efectividad para esta función práctica-informativa, que no es susceptible de ser valorada éticamente. En esta función de la televisión no se nos conmina a realizar acciones que puedan ser calificadas de buenas o malas, de justas o injustas, sino que simplemente son “necesarias” dentro de nuestra existencia cotidiana.
La segunda función es “entretener”, “divertir”, algo que los seres humanos hemos convertido recientemente en una industria más, en un objeto de consumo. El entretenimiento o la diversión son el revés de la vida del trabajo enajenado del hombre, de su trabajo forzado, obligado; pero, es también claramente una complacencia infantil, que no edifica la personalidad humana, sino que sólo sirve para sobrellevar dulce o placenteramente su esclavitud.
Aquí sí cabe hablar de la ética. Quienes hacen la televisión incurren en una responsabilidad ética al crear contenidos de “espectáculo” que carezcan de sentido profundo, que no inspiren a pensar críticamente. El buen humor y el espíritu reflexivo bien pueden combinarse.
Y en lo que respecta a la tercer función, la de educar, no hay duda de su carácter ético. Si quienes hacen la televisión asumen esta responsabilidad, tienen la tarea monumental de contribuir a formar personas, que no es poca cosa.
La principal contradicción en la existencia de este medio comunicativo es muchas veces la de precisar si ha de servir a fines educativos o a fines de mero entretenimiento. Y hay, de hecho, ciertos medios como Televisa, que descaradamente asume en público que su única función es entretener.
Televisión y Poder Político.
No obstante lo ya mencionado, también se sabe que la Televisión ha servido de instrumento para el Poder Político y Económico de las clases sociales dominantes. La Televisión tiene siempre una cierta orientación ideológica, y ésta condiciona todas las funciones que acabamos de mencionar.
La información, el entretenimiento y la educación en este medio son moldeados de acuerdo a los fines políticos de quienes mandan en un país. A través de la Televisión se crea un imaginario colectivo del que quizás no estemos aún plenamente conscientes en cuanto a su grado de penetración en nuestra personalidad.
Aquí, como en todo problema filosófico derivado de un medio de comunicación, se entrecruzan cuestiones de índole gnoseológica, ética y política. Pero en este medio en particular estas cuestiones se ponen más de relieve, dada la gran influencia que tiene la Televisión a escala nacional.
En lo gnoseológico, el problema consiste en la construcción de una realidad falaz a través de la pantalla televisiva; realidad que el sujeto espectador (que asume la función de mero receptor o consumidor de espectáculo) no es capaz de recomponer en su verdad. En lo ético, el problema consiste en las limitaciones al desarrollo personal impuestas por esa realidad fantasmagórica, que impiden al individuo actuar o decidir en su vida con verdadera autonomía.
Y en lo político, el problema consiste en la imposición que la Televisión hace de una cierta postura ideológica y su falta de apertura al diálogo entre diferentes ideas. En este sentido es antidemocrática y autoritaria.
Posibilidades de la Televisión.
Las posibilidades de la Televisión están en manos de quienes la hacen y, por ello, se desarrollan en el marco de las luchas políticas. Quizás siempre habrán de ser sus funciones las de informar, entretener y educar, pero el valor que cada una de estas funciones tenga depende de quien las valore.
No pueden ser lo mismo a los ojos de un proletario consciente de su condición y de sus necesidades que para un capitalista. Y tanto uno como el otro han de pretenderla en medio de su lucha; uno como instrumento de sometimiento ideológico de las consciencias, el otro como instrumento para su liberación. Es un arma de doble filo.
Si en las sociedades no existieran las luchas de clases, sin duda que la Televisión siempre cumpliría un papel positivo, posibilitando la integración cultural de un pueblo, forjando su identidad nacional. Pero las luchas de clases existen, así como el posible carácter negativo de la Televisión. Por esto es que debe ser destruida por las clases portadoras de un nuevo ideal de sociedad, más justa e incluyente, para reconstruirla después sobre una base nueva.