Escenarios, 66
Cuando una obra de teatro te deja casi sin aliento, cuando sales de la sala con los músculos del cuerpo agarrotados y los músculos del alma estremecidos, cuando te han llovido las palabras, las imágenes y la música como torrentes de luz interna configurando un bloque de sensaciones inefables, entonces, con total convencimiento, puedes afirmar que has asistido a algo que desborda el concepto de espectáculo encaramado a un escenario.
‘La visita’, escrita por Rafael Campos con textos de Jorge Gay, se estrenó el pasado fin de semana en el Teatro de la Estación, interpretada por Evelia Sancho y Paco Ortega, bajo la dirección del propio autor, con un sugerente espacio escénico diseñado por Jorge Gay y una preciosa ambientación musical seleccionada por Juan Antonio Gordón.
Esta confluencia de palabras, imágenes -también los vídeos de Javier Alvero– y sonidos dan como resultado una obra que resulta bastante insólita en el panorama dramático contemporáneo por su capacidad de vincular las percepciones de un artista plástico -Jorge Gay- a los más altos estratos de la poesía.
Entre la alternativa de almacenar los textos en forma de corpus dramático, montando un espectáculo en forma de recital, lectura, o performance en donde las imágenes convivieran con las palabras, y la de crear una historia teatral en la que esos textos respirasen a partir del cuerpo y la voz de actores, se optó por la segunda opción, una dramaturgia que los incluyera y los pusiera en boca de personajes teatrales que aman, recuerdan y sufren.
El encuentro de dos seres desconcertados por la existencia y atónitos ante lo que van descubriendo sobre ellos mismos y sus deseos ocultos, constituye el eje de la trama. Partiendo de la independencia personal y de un cierto rechazo mutuo, se va consolidando una relación por caminos poco habituales hasta consolidar una interdependencia que desborda cualquier expectativa.
Lo que parece una situación frecuente entre un artista en pleno declive físico y una declamadora o lectora de textos en busca de salida laboral, se convierte en una reflexión filosófica de gran calado, elaborada con intenso lirismo y estudiado ritmo verbal. La acción camina por dentro de la obra, removiendo en los espectadores significados y conceptos que no suelen figurar en la superficie de la vida.
El resultado es algo excepcional e impactante, una obra que alcanza a lo más alto de la inteligencia y a lo más profundo de la sensibilidad, un hito imprescindible en la trayectoria del teatro contemporáneo.
Un remanso en medio del alarido general, como se dice en el anuncio del estreno dentro de la programación del Teatro de la Estación.
Es muy interesante la experiencia de ver juntos a quienes fueron recientemente profesor y alumna en la Escuela Municipal de Arte Dramático.
La compañía Teatro Ántimo de Zaragoza volverá a representar la obra, en el mismo escenario, durante el próximo fin de semana.