1.
Creí que un país no sobrevive sin un orden.
Que la libertad no es sólo una palabra.
Que ningún patán, si soy libre, puede venir a saquear mis bolsillos,
o darme una golpiza y dejarme tirado, que nadie debe quitarme
el alimento ni quemar mi casa.
Daba gracias a Dios porque la libertad debe cimentarse
en la virtud y que ningún país persistirá sin virtud y sin libertad.
La libertad no es sólo una palabra. Para mí, es la garantía
para las cosas mejores del disfrute.
Pero un día todo se vino abajo.
2.
Creí que a los hombres y mujeres los une la patria
(que es casi el idioma en que lees como ética
«sé bueno, no le hagas daño a nadie.
Estamos en el mismo barco».
Yo creí eso, ya no. Hoy sé que una nación
que dice que nos proteje de enemigos
que están en Medio Oriente se juega cualquier carta.
Yo nunca había escuchado que Irán existe
hasta que 52 empleados de una Embajada americana
fueron tomados como reos allí. Se inventaron un país
para mi miedo y yo creí. «Irán es malo».
Yo sí sabía que Israel existe y lo asocié a Jesús,
a un antiguo reino de judíos esclavizados;
pero ya es otra cosa. Jesús habló de paz;
pero, con Reagan reelecto, yo tengo miedo de Israel.
Esta nueva nación está vendiendo armas
a un grupo influyente de iraníes.
3.
Yo no sabía que el Líbano existe.
Líbano fue para mí alguna marca de madera fina
(es que yo todo lo aprendo de la Biblia y casi siempre
la oigo y no leo); yo soy un inmigrante que vine
de Nicaragua, cuando la guerra se desatara,
y tengo hijos, los quiero vivos , no para el ejército
ni las guindas guerrilleras; yo aspiro a un mundo virtuoso
(ni por sentido de patria, apoyaría a criminales).
Al parecer yo no soy listo ni progresista
y de la vida y la política no sé mucho;
pero hoy creo menos que ayer y tengo miedo.
La tele está informando que shiítas libaneses
dan vivas a unos Guardias del Ejército
de una Revolución Islámica en Irán
y en su poder tienen seis reos americanos
y yo soy agradecido. Estoy en América del Norte
con cinco hijos, bocas que alimentar, una esposa
y la fortuna de tener empleo.
No. Yo no sabía que existían ni Irán,
ni el Líbano, o Hezbollah…
Ni creí que a la virtud la mata el miedo
y me estoy cagando de pánico y ya no veo TV,
pienso que un día puedo ser un reo.
4.
Hoy, cuando celebramos la temporada en Navidad,
año de 1986, el Presidente Reagan está discursando
y su voz es triste, opaca, lamentosa. Haría cinco años
se habían liberado los rehenes; él, que habló
durante todo un cuatrenio que los iranios son malos
y la gente del Líbano, peores, les vende armas.
Un ayatolah es imagen del Diablo, yo le había creído
a pie juntillas, y oré porque Dios lo ilumine
y hoy, todo lo que creí, se vino abajo.
No hay tal embargo de armas.
Su adminstración las vende a Irán,
sí, se las vende y azuza a su vez iraquíes…
Parece que el antes Eje del Mal, el país con reos
y de demonios con turbantes, de golpe y porrazo
es el Bueno y lo que es peor que con el dinero
de las ventas de armas, se van a mi país, financian
guerrilleros y le llaman sus Contras, sí… ¿y contra quién?
contra el campesino.
Es 1986: quien lo dice no otra persona que él,
el Presidente, y se está haciendo responsable
junto a un Teniente que, por necio, lo llaman el tonto.
Oliver North que equivale a un enemigo
de simplemente el nombre de Sandino.
5.
Hoy, 4 de marzo, 1987, Reagan ha regresado
a la TV con el rabo entre las piernas.
Contrario a su primer discurso en Navidad,
aún se porta defensivo y mentiroso.
Ha sido acosado por averiguaciones:
él ordenó que se quemaran miles de documentos
(que se oculte evidencia de delitos),
así para que mienta a gusto como hoy.
Puede limpiarse el culo con todas las virtudes
cívicas y humanas, pero… no puede tapar el hecho:
la estrategia en Irán se le fue de las manos.
Todo se fue a la mierda
por causa de Oliver North, el Tonto.
6.
El consuelo es que los reos ya están libres,
aún los 30 reos que Hezbollah retuvo
con apoyo de Al-Dawa, y le están dando en la madre
a la Revolución Nicaraguense.
Han bombardeado puertos, contaminado ríos.
Han sembrado de minas explosivas
los caminos de mi pueblo.
Enviaron los Goliath contra el enano David del sandinismo
y, ahí en la pantalla de la tele, Reagan sonríe
e indica que el fin justifica los medios
y que se está matando a dos pájaros de un tiro.
03-08-1994 / De «El Libro de anarquistas»