Consonancias, 62
La pasada semana se presentó en el Teatro Principal de Zaragoza la considerada obra cumbre de Mozart entre su producción operística de carácter cómico, lo que se conoce como opera buffa. El argumento de ‘Las bodas de Fígaro’ que interpretó la compañía Ápera 2001 con un resultado bastante aceptable, procede de un texto revolucionario de Beaumarchais titulado ‘Le mariage de Figaro ou la folle journée’, cuya representación escénica había sido prohibida por los censores de Viena, por atentar contra las buenas costumbres, una actitud de carácter hipócrita, como tantas otras disposiciones oficiales que intentan ocultar la realidad.
En 1786 se permitió a Mozart y a su libretista Lorenzo da Ponte estrenar una opera buffa basada en la mencionada obra teatral, que opone el ingenio del hombre humilde al poder arbitrario de la nobleza. Las intrigas se desenvuelven como un mecanismo de relojería a lo largo de los cuatro actos de la obra, pero los personajes implicados en el embrollo no son ya arquetipos ideales, sino seres humanos concretos con todas sus contradicciones. Con este trabajo mozartiano, la opera buffa queda consagrada como un género musical que pretende algo más que el mero entretenimiento de los espectadores. Las arias se utilizan para diseñar el retrato de un personaje o describir una situación, mientras que a través de las interpretaciones compartidas (dúos, tercetos, etc.) se va desarrollando la acción. Los finales del segundo y tercer acto, por ejemplo, se convierten en una especie de campos de batalla musicales donde unos actúan contra otros y todos mantiene su carácter individual, incluso utilizando una densa escritura vocal.
Los expertos discrepan acerca de si Mozart estaba más interesado en regenerar la opera seria o en dignificar la opera buffa, que resultaba adaptable a situaciones concretas e intentaba ser un espejo de la fragilidad humana. En realidad trató de conseguir ambas cosas. Escribió dos óperas serias durante los últimos diez años de su vida: ‘Idomeneo, re di Creta’, una versión griega de la historia de Jefté, del Antiguo Testamento, y ‘La clemenza di Tito’, una llamada a la compasión del gobernante, muy bien recibida en aquellos días, basada en un episodio de la vida de ese emperador romano. Pero lo serio no cala hondamente entre los espectadores, que consideran la situación alejada de sus planteamientos normales. Es a través de la opera bufa como Mozart intenta analizar el comportamiento humano y dejar en ridículo situaciones cotidianas, haciendo triunfar la razón y la justicia sobre los intereses oscuros de los poderosos. Á‰sa es la lección fundamental de ‘Las bodas de Fígaro’, tras cuyo argumento, lleno de alternativas cómicas, subyace un indudable planteamiento filosófico.