¡Ay, el capitalismo! Ese régimen económico que otrora no se podÃa mentar y que ahora, desde su supuesta refundación, se ha vuelto a poner de moda entre los intelectuales de medio mundo, esa manera de actuar, sin hacer nada, que permite que los mercados, esas entelequias imaginarias, se ajusten entre sÃ. Ese sistema económico que favorece las injusticias sociales en pos del crecimiento global.
Unas injusticias que se han puesto de manifiesto con la noticia del dÃa, de la semana, del mes, del año, del siglo, de lo que queramos, una noticia tildada de milagro en la que se ha visto que la tecnologÃa, y no la paciencia, es la madre de la ciencia, o la hija, según se mire, y ha permitido que se consiga lo que parecÃa imposible, el rescate de 33 incautos cuyo único delito o mérito fue el de jugarse la vida en condiciones laborales infrahumanas.
Porque el capitalismo es el único régimen que permite estas contradicciones. Si la tecnologÃa que ahora se ha utilizado para rescatar a los mineros a mayor gloria del nuevo Presidente chileno, y para alivio de sus familiares, los de los mineros, digo, se hubiera implantado previamente para mejorar los niveles de seguridad laboral de esos trabajadores nada de ésto hubiera sucedido, el circo mediático no se habrÃa montado, los trabajadores habrÃan seguido ganando su jornal y su vida familiar serÃa como la de todos, rutinaria y anodina.
Sin embargo, el capitalismo fomenta el ahorro de costes en una industria condenada al ocaso en paÃses avanzados, y Chile quiere serlo, si no lo es ya, y los primeros costes en los que se ahorra es en los que no repercuten directamente en el aumento de los ingresos, y la seguridad laboral, por mucho que nos pese, es un coste prescindible, como se viene demostrando cada dÃa en cientos y cientos de puestos de trabajo.
Confiemos en que se aproveche la situación generada no para lucimiento electoral del Sr. Piñera (el cuál, por cierto, ha mostrado un liderazgo que para nosotros querrÃamos aquà en España), sino para dar la señal de alarma sobre las condiciones laborales en las que tienen que trabajar tantos y tantos curritos de medio mundo en pos de la competitividad y el crecimiento económico.
El capitalismo, como todos sabemos, genera ineficiencias graves que deben de ser corregidas por los gobiernos, a los que encomendamos esta labor y no la de palmeros agradecidos, que es la que mantuvieron antes de la crisis y con la que nos amenazan para cuando ésta pase a mejor vida.