Escenarios, 52
La adaptación realizada por Iván Padilla de la novela ‘Oceano Mare’, de Alessandro Baricco, ha sido el espectáculo que la compañía catalana Retret Teatre ha presentado durante el pasado fin de semana en el zaragozano Teatro del Mercado. La pieza dramática resultante, ‘Océano’, simplifica la narración y atiende sobre todo al estudio de los personajes en un ambiente simbólico que tiene como marco de referencia el mar.
Son dos los cuadros que se representan, conectados levemente entre sí. El primero expone la situación de una balsa a la deriva, a consecuencia de un naufragio, en la que han muerto ya todos sus ocupantes excepto dos hombres que se temen mutuamente. El segundo describe la situación en una posada llamada Almayer, situada al borde del mar sobre un promontorio apartado, en la que confluyen varios personajes singulares y extravagantes, cuya vida está llena de obsesiones sobre las que incide la obra.
El traductor y adaptador de la novela al escenario, que al mismo tiempo interpreta uno de los personajes, ha prescindido de algunos clientes de la posada, como los niños y el sacerdote. Pero los cinco restantes bastan para mostrar el caos interior, la frustración y el desasosiego que impregnan el empeño narrativo del autor italiano.
En la versión dramática, uno de ellos ha sido cambiado de sexo, porque ahora el pintor Plasson es una mujer. Mantiene su personalidad el circunspecto científico Bartleboom, empeñado en describir minuciosamente los límites del mar. Un sexto personaje, Savigny, el marido de la mujer adúltera, aparece al final de la obra, vinculando el primer cuadro con el último.
Las miradas de los personajes llaman poderosamente la atención en este montaje. Más que los parlamentos –básicamente monólogos–, los gestos y las miradas contienen el mensaje entre alucinado y desesperado de todos ellos. Tras cada vida se adivina una peripecia, un drama que las miradas expresan mejor que las palabras. Cada uno de los personajes es protagonista de su propia historia, porque no la hay común a pesar de la convivencia, La quietud externa que muestran, salvo en el caso de la mujer enferma de miedo, contrasta con la inquietud que esconden en sus gestos y en sus miradas.
Los seis actores, Bárbara Roig, Lara Díez, Marina Mulet, Ramón Bonvehí, Dani Ledesma e Iván Padilla, adaptador y director al mismo tiempo, tienen tablas y se desenvuelven con seguridad a pesar de su juventud.
En medio de una escenografía rústica y austera, acorde con la acción, aparece la música en directo, casi siempre en el estilo new age, debida a Cesl Monotron Campos, como para contrastar sus sedosas armonías con la tensión que domina el escenario de principio a fin.
