Miguel Ángel Furones no fue escritor y no estudió filología aunque su profesión lo obligó a ser alguien célebre en el manejo de la palabra.
Este hombre fue presidente de la Agencia Publicitaria Vitruvio Leo Burnett a lo largo de los años 70.
Su función laboral: redactor publicitario (o «Copy»).
Os presento un poema que hizo describiendo su rutina diaria.
No tiene desperdicio.
LAS REGLAS DEL JUEGO
El titular es reclamo.
El slogan reclama.
El titular quiere que vengas.
El slogan que no te vayas.
El titular detiene.
El slogan retiene.
Es un baile.
Una danza.
Una historia de amor.
El titular destaca.
El slogan ataca.
El titular admira.
El slogan te mira.
Y en el medio
el remedio.
El texto pretexto.
La coartada animada.
El discurso recurso.
Ese es el juego.
Cogerte por fuerte.
Sujetarte por arte.
Cada uno en su estilo.
Inteligentes o inteligibles.
Juguetones.
Traviesos o aviesos.
Transgresores.
Lo que cuenta es la Cuenta.
El ser es vender.
Conviene recordarlo.
Conviene olvidarlo.
Ese es el drama
del redactor.
Corazón con neuronas.
Corazón con razón.
Toda una vida escribiendo
sin ser jamás escritor.
Todo un silencio escuchando
detrás del televisor.
Cada anuncio un pronuncio.
Un grito de auxilio
al consumidor.
Cada anuncio un renuncio.
Algo que calla
el rotulador.
Lo que cuenta es el ritmo.
La comba.
La flauta de Hamelin.
Lo que cuenta es la forma.
El decir del decir.
(Diecinueve encontró Cyrano en
una sola nariz).
Lo que cuenta es cogerte.
Por fuerte.
Sujetarte.
Por arte.
Pues si llegaste
hasta esto,
hice un texto.
Si te cansaste,
si te aburrí,
no hay textura.
Ni color.
Ni tan siquiera
buena pluma
de redactor.