Cultura

Leyendas de Medina Azahara, de Manuel Pimentel Siles

«Reúno en este libro algunas de las leyendas más célebres recogidas por las crónicas de la época así como por la tradición popular, adobadas en algún caso por mi imaginación como escritor. He procurado que tanto las fechas como el contexto histórico se ajustaran a la realidad«. Así explica Manuel Pimentel Siles el contenido del nuevo libro de relatos que acaba de publicar con la editorial Almuzara, Leyendas de Medina Azahara.

Leyendas de Medina Azahara, de Manuel Pimentel SilesUn libro que descubre, entre otras cuestiones, las intrigas palaciegas de una de las ciudades más hermosa, capaz, a juicio del escritor, «de lo mejor y lo peor», cuya efímera vida como apasionada han dejado un rastro indeleble en la ciudad de Córdoba, desde que Abderramán III ordenara construir en el 936 uno de los lugares más enigmáticos que recuerda la historia, y como tal, merecedor de albergar entre sus muros leyendas tan fascinantes como las de «Las mil y una noches».

A lo largo de sus páginas, el autor desvela historias y leyendas de lo que fue «la perla de Al Ándalus», dejando así constancia de la realidad histórica que se vivió en uno de los enclaves más bellos del mundo, que por designio del que fuera el todopoderoso Abderraman III lo denominó «Medina Azahara», como homenaje a su concubina favorita, y que fue construido por el alarife Maslama, como así lo atestigua Manuel Pimentel en sendas leyendas que se recogen en este libro.

En Medina Azahara vivieron Abderramán III; su hijo Al Hakam II, a quien su padre encomendó la supervisión de la construcción  de la ciudad palatina; el débil Hixam II, el que, según cuenta la historia, fue una marioneta en manos del legendario caudillo Almanzor, quien se granjeó el favor de la madre Subh, un hecho que le convertiría en uno de los hombres con más poder en el Califato Omeya; Wallada, la princesa poeta que se resistió a los convencionalismos de la época, no llevaba velo y deambulada libremente por la corte; o el propio hijo de Almanzor, Abd al-Malik, cuya fama de depravado, libertino y borracho era notoria en la Corte.

Igualmente, en este libro de relatos Manuel Pimentel incluye historias que tiene tienen como escenarios ricas embajadas procedentes de lejanos reinos donde nobles diplomáticos se inclinaban ante el Califa en el espléndido Salón del Trono; bibliotecas míticas; escondidos tesoros; amores inmortales que cubrieron de nieve la sierra de Córdoba; poetas y artistas; magos y astrólogos; guerras sin piedad y crueles verdugos; sensualidad y goce; venenos y triacas; monjes y guerreros configuran un rosario de relatos que muestran la apasionante vida de la ciudad desde su concepción hasta su violenta destrucción en el año 1013, fecha en la que se podría fin al Califato.

Tras una intensa actividad política, Manuel Pimentel Siles (Sevilla, 1961) se adentró en el mundo del libro tanto en su faceta de escritor como de editor. Ha publicado las novelas Peñalaja, Monteluz, Puerta de Indias, La Ruta de las Caravanas, El Librero de la Atlántida, El Arquitecto de Tombuctú y El decálogo del Caminante.

También es autor de varios ensayos entre los que destacan, El Talento, Manual del editor, Los otros españoles. Los manuscritos de Tombuctú: andalusíes en el Níger, El Libro de la Escritura Vital y Resolución de ConflictosLeyendas de Medina Azahara es su segunda obra de relatos tras la publicación de La Yurta.

Ingeniero Agrónomo, abogado, diplomado en alta dirección de empresas, máster en Prevención de Riesgos en la Comunidad, preside la Asociación Española de Empresas de Consultoría (AEC), of counsel de Baker&McKenzie. Desarrolla su actividad profesional en los campos de estrategias negociadoras y resolución de conflictos.

Abderramán III, el poderoso califa, ordenó construir Medina Azahara sobre las laderas de Sierra Morena, en las cercanías de Córdoba. Las obras comenzaron en 936 y la corte califal se trasladó en 945. Comenzaba la leyenda de una de las ciudades más hermosas que jamás se construyeran, asombro de propios y extraños, que fue conocida en sus tiempos como «la perla de Al Ándalus». Su vida fue tan intensa como efímera, ya que sería destruida en 1013 durante la feroz guerra civil cordobesa que pondría fin al califato. Moría la ciudad, nacía el mito eterno.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.