Fruta podrida, es la tercera novela de Lina Meruane
- Con esta conmovedora novela ganó a pulso el Premio a la Mejor Novela Inédita de 2006 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en Chile.
- Un severo planteamiento social dentro de la exposición estremecedora de hechos obsesivos, temario aterrador sobre las enfermedades y el oscuro negocio y despótico comportamiento dentro de los propios hospitales, con su cínica y descarada falta de escrúpulos sobre lo que deben ser los valores humanos.
- Muestra ‘la gran cagada’ sobre el juramento de Hipócrates. La batalla entre lo público y lo privado.
Entre este desbarajuste social especulativo, dos hermanas, la mayor que cuida a la menor, Zoila, que sufre y padece hasta el delirio una fuerte diabetes y la constancia e insegura posibilidad de la solución: un trasplante de hígado. Todo esto cuando: “La enfermedad de la menor no era inmediatamente mortal, ni tampoco la urgencia curable. No era contagiosa: al menos no del modo en que se pegaban las plagas que la mayor destruía en el campo” manifiesta la hermana mayor.
En una entrevista, Lina Meruane expone su desafiador compromiso ante el posible lector: “Los escritores debemos excavar en el lenguaje en busca de la verdad. Ni es fácil ni estoy segura de que sea posible”.
Su expresión literaria resulta en general muy opresiva como dictado a los insistentes golpes por una obsesión de la enfermedades y la muerte. Diez años ha dedicado, volcada en el tema de la enfermedad en la literatura que ella misma ha aportado con su “trilogía involuntaria”: de las novelas Fruta podrida, antes Sangre en el ojo y el ensayo Viajes virales.
Dos caracteres enfrentados muestran a las dos hermanas, María, la mayor, Zoila, la menor. He aquí la cuestión entre estas dos protagonistas, personajes en su ambiente, contra tan enmarañadas enfermedades graves, que hasta pueden ser incurables, sometidas a la esperanza con el convencimiento de que luchar es resistir: “Que no se inquietara por la plata, la plata era lo de menos y de todos modos podría ir pagando en cuotas, podría compensar los gastos que vendrían mediante donaciones anuales a la ciencia”.
Todo pulso y tensión entre las dos hermanas, esa pequeña enferma de diabetes que se niega a colaborar para intentar curarse, mientras la hermana mayor pelea sin descanso por el desarrollo de la fruta de exportaciones, todo esto cuando se vive bajo la dictadura de Pinochet, un proyecto plagado de peligrosas contaminaciones contra las que tal enfrentamiento puede desembocar en el derrumbe de su hermana… Y todo a la vez que se acepta la promesa de la salud de esta criatura a cualquier precio, pagando partidas de dinero a la medicina privada.
Insistencia hasta el agotamiento, pidiendo explicaciones, porque nada de lo que recomiendan como tratamiento parece surtir efecto en la pequeña Zoila: “Nada funciona o alguien miente: mi hermana se resiente en la constante incertidumbre de las subidas de azúcar y las bajadas vertiginosas”.
En resumen, una novela cruda, que muestra un panorama desolador: la avaricia de los altos poderes sobre las clases más lastimadas, que intentan sobrevivir prisioneras de la explotación de una ansiedad devoradora sin posibilidades de detener.
De tan inquietante como comprometida escritora, ya en 1999 el inolvidable y enorme escritor Roberto Bolaño afirmaba:
«Hay una generación de escritoras (chilenas) que promete comérselo todo. A la cabeza, claramente, se destacan dos. Á‰stas son Lina Meruane y Alejandra Costamagna, seguidas por Nona Fernández y por otras cinco o seis jóvenes armadas con todos los implementos de la buena literatura.»