Creo haber entendido el error tan claramente como saberlo dulcemente mÃo, donde llorar no es castigo y reÃr no es victoria. Un espacio vacÃo no es: Nada, sino lugar de mi ignorancia y donde la compañÃa deja de ser la percepción de lo cotidiano para encontrar asà restos de mi alma, en lo que mundano, no tiene dueño.
A cada centÃmetro de suelo, y no importando ya a que distancia nos encontremos, sabes de mis angustias y predices mis alegrÃas, tanto, pero tanto, que  inválidas quedan las preguntas y, nonatas las respuestas, se funden en el segundo que nos miramos. Has protegido mi cuerpo del frÃo; mi alma, de los tormentos y mis pensamientos, de los vicios. Te “tuve†en mi vida cuando me sentiste tu propiedad, y a la espesa amargura que sirven los años nos entendimos diferentes y extraños, buscando diariamente el impalpable nexo que te hace en mi tan grande y me dibuja en ti eternamente aprendiz. Y aunque veas lo que de mà deseas, olvidando muchas veces que he crecido; aunque te observe “viejoâ€, olvidando tus sueños… Hoy te encontré en mis propias palabras:
Creo haber entendido el error tan claramente como saberlo dulcemente mÃo, donde llorar no es castigo y reÃr no es victoria. Un espacio vació no es: Nada, sino lugar de mi ignorancia y donde la compañÃa deja de ser la percepción de lo cotidiano para encontrar asà restos de mi alma, en lo que mundano, no tiene dueño.
Te agradezco la felicidad que provoca,
el enseñarme,
la virtud de amar.