Consonancias 69
Como cada año, el otoño propicia la llegada a Zaragoza de una minitemporada de teatro lírico, que este año ha estado enriquecida por la gala del quinto aniversario de la Asociación Aragonesa de la Ápera ‘Miguel Fleta’, celebrada el pasado 6 de noviembre.
Antes, el 27 de octubre, se había iniciado la serie con ‘Don Giovanni’, la celebrada ópera bufa de Mozart, que dos días después cumplía 227 años desde la fecha de su estreno en Praga. Completando la oferta, llegaron Aida y Nabucco, de Verdi, en dos días sucesivos el 10 y 11 de noviembre. Cuatro sesiones líricas no son gran cosa, pero siempre lo poco es mejor que la nada.
Más allá del comentario puntual de las actuaciones, quiero hacer una reflexión sobre los elementos que acreditan a una producción de la creatividad humana como arte permanente, aquellas obras que están siempre de actualidad, a pesar de los altibajos causados por la situación económica o por la veleidad del gusto. Centrándonos en el género lírico, son varios miles las construcciones de texto y música para la escena laica elaboradas a lo largo de los cuatro últimos siglos por varios centenares de compositores.
Entre esa multitud de propuestas, hay aproximadamente medio millar de obras, incluyendo óperas, operetas, singpiels y zarzuelas que han permanecido en la cartelera de los países occidentales o se han recuperado en los últimos decenios a través de la investigación y estimuladas por las grabaciones fonográficas.
¿Por qué unas sí y otras no? Dejando de lado circunstancias fuera de control, puede afirmarse que aquellas creaciones que aluden a los temas profundos del ser humano tienen garantizada su permanencia. No es preciso que su enfoque sea dramático, trágico o trascendental, porque hay comedias y obras lúdicas que expresan con acierto las sensaciones y emociones que afectan tanto al individuo como al colectivo social.
Centrándonos en las tres óperas ofrecidas las pasadas semanas en el Teatro Principal, encontramos en ‘Don Giovanni’ el tema del honor mancillado que ha de redimirse mediante la venganza, en ‘Aida’ la exaltación del amor que supera todos los obstáculos y no se rinde ni siquiera ante la muerte, siendo ‘Nabucco’ un canto al sentimiento colectivo de los pueblos que los conduce a la liberación.
Además de estos valores que pudiéramos llamar intelectuales, están los artísticos, la capacidad de sus creadores, sobre todo de los músicos, para enriquecer los argumentos con ritmos, ambientes y melodías que expresen adecuadamente el mensaje que contienen.
La conjunción de un texto claro y una partitura brillante determinan que la vigencia de una ópera se mantenga a lo largo del tiempo.