En las últimas horas, dos noticias referentes al mundo de la moda y las pasarelas han revolucionado el sector y han calado hondo, para mal, en la opinión pública. Chanel, a través de su diseñador Karl Lagerfeld, y Ralph Lauren, dos de las firmas de alta costura más importantes del mundo, acaban de reavivar la polémica acerca de la extrema delgadez de las modelos que actualmente protagonizan los desfiles.
Lagerfeld, entre otras perlas, se ha despachado a gusto sobre aquellas personas que critican a las modelos excesivamente delgadas: «Todos esos que critican a las modelos por aparecer huesudas o anoréxicas son las típicas madres gordas que se sientan en el sofá todo el día». Para seguir con su particular oda a la falta de respeto, ha comentado que «nadie quiere ver una mujer curvilínea». Y yo le pregunto (porque el comentario sobra), ¿de veras ha hablado absolutamente con todo el mundo para conocer su opinión? ¿Cree de veras que el mundo de la moda debe seguir siendo un paraíso inalcanzable y solo apto para grandes bolsillos y personas enfermizamente delgadas? Y también afirmo, con toda la contundencia que podáis imaginar: quizá, señor Lagerfeld, algunas personas sientan envidia de otras por ser menos bellas (sin absolutizar el término, por supuesto), pero esos casos no suponen un motivo suficiente como para insultar a las madres, entre las que incluyo a mujeres honradas que pasan absolutamente de lo que ustedes llaman «medidas perfectas» (a lo que yo he querido llamar «medidas terriblemente traumáticas») y se centran, por el contrario, en que sus hijas crezcan sanas y libres de la frivolidad más denigrante.
Al otro lado de la mesa, también contamos -desgraciadamente- con el caso de Filippa Hamilton, la modelo que fue despedida por la firma Ralph Lauren la pasada primavera después de que retocaran unas fotos suyas aparecidas en una campaña publicitaria. Por lo visto, la expulsaron por ser «demasiado gorda». Nuevamente, pregunto a sus responsables: ¿creen de verdad que puede ser agradable para una joven de 23 años ver que han recortado su cuerpo considerablemente antes de utilizar las imágenes para promocionar la marca? Otra vez, sin comentarios.
Para terminar con estos bochornosos y denigrantes ejemplos de IN-humanidad, machismo y cinismo exacerbado, solo daré un dato más. En ambos casos, una palabra infinitamente desafortunada ha resonado por las cuatro esquinas: obesidad. Obesidad, un problema real, una enfermedad que desgraciadamente afecta a muchas personas, es la razón que ambas firmas han dado para defender su postura. Lagerfeld llegó a afirmar que él «no hacía tallas mayores que la 38 porque se negaba a diseñar para mujeres con sobrepeso». En el segundo caso, la modelo despedida por Ralph Lauren pesaba 54 kilos.
SIN-comentarios.