A la larga qué importa que la economía se cae, que afuera hay guerras de intereses constantes, que salen nuevas marcas de lujo, que si unos odian por que sí o si otros olvidan porque no, qué importan tantas cosas ajenas cuando alguien muere “Mientras llueve”. Es la reflexión que queda después de leer esta bella novela del maestro de la literatura colombiana y de América Latina Fernando Soto Aparicio; es el reflejo de la vida de una mujer que es víctima de unas circunstancias ajenas a su voluntad, desde su preciosa juventud con una madre que la sacrifica por el interés económico, luego cae esta joven en el desamparo psicológico, físico y social viéndose sometida a una manipulación que le costará el sacrificio del verdadero amor, de sus sueños y el derecho de ser.
Mientras Llueve, es un libro que toca las fibras más íntimas de la existencia humana, cómo según sean nuestras circunstancias se deben tolerar tantas experiencias no escogidas y para sobrevivir en ellas no hay más remedio que la resistencia. Pero en algunas ocasiones llega un límite de lo soportable.
Su personaje central para poder aguantar una situación tan escalofriante que no es ficción porque solo hay que mirar alrededor para entender que muchos seres humanos la sufren, en su caso con la limitación de su libertad física y psicológica en una cárcel y todo el entorno que debe vivir pero que en ocasiones no hace falta estar prisioneros en cuatro paredes para percibir las mismas experiencias, ella Celina, se refugia en la hermosa confidente: la palabra, ella es la que la salva por años para poder recrear sus recuerdos, soñar en posibles experiencias y desahogar todas sus frustraciones, la palabra y su fuerza está presente en toda la obra como guía de sus pasos y en el camino del lector como testigo de un estado del alma de la narradora que lo sumerge en la constante curiosidad de saber qué le sucederá día a día.
Su autor hace considerables reflexiones universales, por citar algunas: “Pienso en la inutilidad de la colera. Y también, en que es inevitable.»
«Dentro de ella se pierde la noción de las cosas. Los hechos elementales se alteran. Remueve los principios. La colera es como una enfermedad maléfica que con cualquier descuido suele volverse colectiva y precipitar una nación a la guerra y al caos» página 96.
O cómo el recuerdo es la base para mantenerse vivos y saber hacia dónde se quiere ir, recordar el origen, lo que se ha sido, lo que se ha vivido y entonces el personaje construye un universo para no perder la fuerza y el sentido de la existencia.
Plantea la ambivalencia de lo que es lícito y no siempre es justo: “Me acuso, padre, oiga usted, mire su reverencia, voy a contarle cosa por cosa, detalle por detalle, para que se haga cargo de lo que me pasa y vea si me puede absolver, si es capaz de darme de nuevo derecho a pelear contra el mal por mi pedacito de cielo, por un rincón en el inmenso hotel guardado por San Pedro.” Página 136.
Esta novela nos acerca a los limites soportables e insoportables de la existencia humana cuando se encuentra sujeta a manipulaciones de terceros que no dejan la libertad de ser, cuando se utiliza a un hijo, un esposo, un ser humano como carnada de los propios apetitos físicos, síquicos o para satisfacer los propios intereses, destruyéndole y anulándole al punto de que no encuentre un sentido y la única vía sea escapar a otros espacios inalcanzables para el opresor que en últimas por tanto maltrato, se crea la confusión interna en la que no se puede siquiera enfrentar a la propia interioridad y la única salida viable es dormir eternamente «Mientras llueve».