«En la acepción habitual de la palabra, un clásico es una obra literaria cuyos méritos estéticos, visión moral o relevancia para la condición humana han sido universalmente reconocidos». —Kenneth Rexroth.
Los breves y brillantes ensayos que dan cuerpo a Cita con los clásicos, de Kenneth Rexroth —unos textos que aparecieron originalmente en Saturday Review— abordan sesenta libros que, para Rexroth, constituyen «los documentos básicos de la historia de la imaginación»: del Poema de Gilgamesh al Huckleberry Finn de Mark Twain.
Distinguido por el estilo directo y vivaz de Rexroth, Cita con los clásicos presenta ideas elaboradas con un lenguaje sencillo, tonificadas por la impresión de que el autor habla cara a cara con el lector. Versátil y buen conocedor de varios idiomas, Rexroth no se deja constreñir ni por Oriente ni por Occidente; pasa con presteza de Homero al Mahabarata y de Murasaki a Stendhal. Solo cuando nos detenemos para tomar aire, reparamos en sus afinidades especiales: Casanova, Izaak Walton, Macbeth, las sagas islandesas, la poesía clásica japonesa… lo ha leído todo.
En Laurence Sterne ve toques de Buda; en Henry Fielding, asomos de Confucio. «Puede que la vida no dé pie a demasiado optimismo», sostiene Rexroth en su introducción, «pero desde luego es cómica y las grandes obras de la literatura universal nos presentan al hombre cubriéndose el rostro con dos máscaras convencionales que decoran el proscenio de los teatros: una que ríe y otra que llora. ¿De quién es el rostro que oculta la doble máscara? Es un simple rostro humano, tuyo o mío. Ahí reside la ironía suprema que distingue a la gran literatura: resulta todo de lo más banal».
Nacido en 1905 en la ciudad de South Bend (Indiana, ee. uu.) en el seno de una familia de librepensadores, la vida de este escritor autodidacta ha tomado, con la lejanía, forma de puente: un lúcido y sólido enlace entre dos momentos sobresalientes del siglo xx: las convulsiones sociales de principios de siglo y la rebelión juvenil de los años sesenta.
Durante los años treinta y cuarenta, Rexroth desempeñó un papel muy activo dentro de muchos grupos libertarios en defensa de los derechos civiles y en contra de la guerra (se declaró objetor de conciencia durante la Segunda Guerra Mundial), y fue a la vez el principal mentor del fermento cultural y literario que conducirá al llamado «Renacimiento de San Francisco» después de la guerra.
Desde los años cincuenta escribió poemas, obras de teatro, ensayos y artículos de crítica social, tradujo poesía de siete idiomas, hizo críticas de libros y programas en la radio independiente kpfa y organizó por primera vez lecturas de poemas acompañadas de jazz. Murió en Montecito (California) en 1982.
Aunque Kenneth Rexroth es conocido entre los lectores en español principalmente por su obra poética, sus versiones de poetas orientales y su relación con la generación Beat, sus ensayos son inigualables. Buena muestra de ello son Desconexión y otros ensayos y este deslumbrante acercamiento de los textos clásicos.