“El ojo de la prensa todo lo ve; ni siquiera el alma más profunda puede ocultarse, pues las cámaras sacan a luz del día los reductos más secretos de la intimidad”
3 de febrero de 2015.- “La Inquisición fue una pesadilla. Nos movemos en la convicción de vivir en un Estado de Derecho del que habrían desaparecido los sambenitos. Sin embargo, no conviene dejarse llevar por el optimismo”, comenta Plácido Fernández-Viagas en el libro que acaba de publicar Almuzara, Inquisidores 2.0. El sueño del robot o el fraude de la libertad de expresión, quien afirma que “sin necesidad de burda violencia, hoy día existen medios más eficaces para conseguir la humillación de los que infringen las reglas”.
Y es que una nueva fórmula inquisitorial más sibilina se he apoderado de la sociedad: la de los medios de comunicación. Son los nuevos inquisidores de los que es imposible escapar, tal y como comenta el autor: “El ojo de la prensa todo lo ve; ni siquiera el alma más profunda puede ocultarse, pues las cámaras sacan a luz del día los reductos más secretos de la intimidad”.
Pero al igual que ocurrió con el Santo Oficio, que más allá de castigar al hereje utilizó esta institución para la eliminación de la individualidad, pasa con los medios de comunicación, al determinar éstos las pautas de comportamientos, los valores y creencias por las que se deben regir los ciudadanos, y contribuyendo con ello a la creación de un cerebro colectivo y a la implantación de un pensamiento único, destruyendo con ello al individuo.
“En definitiva, una nueva dictadura está triunfando, quizá la más peligrosa porque técnicamente no lo es; es divertida como todo mundo cotilla y frívolo lo suele ser. Pero nos hace tan iguales que termina por eliminar la personalidad. Los seres originales son destinados al sanatorio o al circo”, comenta el autor.
Y es que el alma de Torquemada reina de nuevo en Occidente. Aunque la revolución cultural y científica refrendó la legitimidad de la transmisión de información, los legítimos razonamientos que le sirvieron de base, como fueron, entre otros, el espíritu de la transparencia, han sido enormemente dañinos, ya que todos los individuos poseen zonas oscuras y que, a juicio de la prensa, el público tendría derecho a conocer para evitar el engaño, pues la vida en sociedad debe basarse en la confianza.
Plácido Fernández-Viagas (Tánger, 1952) es Doctor en Ciencias Políticas, Magistrado en excedencia y actualmente Letrado de Asamblea Legislativa. Ha sido Profesor de Teoría del Estado en la Universidad de Granada y ha ejercido la Abogacía.
Autor de diversos libros de Filosofía política y Derecho, entre ellos La inviolabilidad e inmunidad de los diputados y senadores, El derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, El juez imparcial, La conjura de los iguales, ¿Quedan dioses en la ciudad? (publicado en Almuzara en 2005) y Palabras de guerra. Ha dirigido también Los parlamentarios andaluces en la II República.
En la actualidad preside la Asociación de juristas Derecho y Democracia.