Cultura

Los Miserables: la grandeza de los pobres

Escenarios, 68

LOS MISERABLESLlegó a Zaragoza el espectáculo del momento, ‘Los Miserables, la última versión en teatro musical de la conocidísima novela de Víctor Hugo. Durante diez días está canalizando riadas de aficionados a las grandes producciones hacia el Palacio de Congresos de la Expo para contemplar la puesta en escena de este montaje excepcional por sus dimensiones y su calidad.

Reunir un elenco de 30 artistas y 16 músicos en directo sólo está al alcance de las grandes empresas del espectáculo que apuestan por creaciones de contrastado nivel artístico. Es el que alcanza y consolida ‘Los Miserables’ en todas las etapas de la gira 2014, como lo señalan los comentarios mediáticos que se suceden en los lugares por donde van pasando.

Hace un año se estrenó en Santander la nueva versión de la obra, destinada a recorrer 20 ciudades españolas, que al llegar a Zaragoza presenta como protagonista a Daniel Dijes en el papel de Jean Valjean, que sustituye al inicialmente previsto Nicolás Martinelli. Todos los personajes, desde los más relevantes en la trama, como Javert que interpreta Ignasi Vidal, Marius a quien da vida Guido Balzaretti, y Thenardier encarnado por Armando Pita, entre los masculinos, así como Elena Medina, en el papel de Fantine, Lydia Fiaren como Eponine y Talía del Val como Cosette, entre los femeninos, lo mismo que los secundarios, realizan una interpretación exacta, muy bien ensamblada, con algunos altibajos comprensibles en cuanto a las voces, pero a un nivel general sobresaliente. Los coros, sobre todo el femenino, forman un bloque de sonoridad entera y bien empastada.

La música es conocida y consistente. Los temas están bien elaborados, con un leit-motiv pegadizo que impregna toda la obra. Los intérpretes instrumentales y el director realizan una labor impecable. Es de resaltar la dificultad que supone para los músicos colocarse detrás del escenario, al carecer el recinto del foso habitual en los teatros de ópera. Porque sigue siendo una lástima que en Zaragoza no exista una instalación de estas características, tras la ocasión perdida por el negociado de Cultura del gobierno regional, hace unos años, en la patética y fallida reconversión del Teatro Fleta.

Volviendo al espectáculo, cuyos gestores han superado con éxito esta deficiencia y han conseguido una adecuada sonoridad en un recinto donde no estaban previstas excesivas demandas acústicas, se observa un proceso general de intensidad creciente a medida que avanza la obra. La primera parte, más compleja y abigarrada, en la que se plantean las diversas líneas dramáticas del argumento, da paso a una segunda de gran luminosidad interpretativa donde los elementos épicos y líricos alcanzan un destacado relieve.

Hay mucha solidez en todas las líneas del proceso creativo, una impactante decoración y un movimiento escénico preciso y sin fisuras. El equipo técnico, formado por casi 40 personas, no deja ningún detalle al azar. Hay dos especialistas que se ocupan de los niños actores y consiguen que su intervención, clave en varios momentos de la trama, esté al nivel exigible en un espectáculo de estas dimensiones.
Indudablemente, las fiestas del Pilar de la capital aragonesa quedan muy enriquecidas –y contrastadas– con este repaso artístico a una época de grandes miserias.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.