En “Mañana será otro día” (Lengua de Trapo, Madrid, 2005), de Pedro Ugarte (Bilbao, 1963), los personajes son tan reales que podrían ser tus vecinos, tus jefes o tus compañeros de trabajo. Cada relato del libro es una bienvenida al mundo real. En el no encontraréis neveras ni animales que hablan. La ficción está tan finamente hilvanada con la realidad que se hace casi imperceptible. Lo cotidiano, lo factible y lo palpable, son los escenarios en el que discurren estas historias cargadas de emotividad y raciocinio. Paisajes urbanos y sociedades modernas que se entrelazan y nos desvelan, espontáneamente, la sabiduría oculta de la experiencia.
En el primer relato titulado La nueva estrella, la suerte de un integrante de una familia juega un papel determinante porque a veces tenerla en demasía puede ser contraproducente. Y al final son los gestos y no los hechos los que nos llevan a tomar decisiones difíciles. Es así como se desintegran las familias. Pero cuando ocurre a la inversa, son los hechos los que condicionan la vida de las personas. En este caso, la de dos jóvenes hermanos, Eneida y Jorge, en el relato Los comedores de fruta, en la localidad veraniega de Zarauz.
En la siguiente historia, Un hombre de letras, el autor nos muestra cómo un poeta, como muchos otros, para sobrevivir tiene que ejercer un oficio ajeno a su vocación, pero es gracias a esto que el poeta descubre algo importante: uno de los secretos de la escritura.
Los errores de juventud pueden definir el rumbo de la vida de un adulto. Esto ocurre en El invitado, un relato en el que a veces el estatus social no lo es todo en la vida y las amistades no son lo que aparentan ser.
A continuación, en Mentiras aprendidas, el personaje cotidiano que destaca por su prodigiosa labia asciende a lo más alto sin tener en cuenta la ética ni la lealtad. Así, los demás sucumben ante su apabullante lógica que los hace pequeños ante él.
Las historias de este libro van apareciendo de manera natural por su veracidad y frescura. Quizás ese sea su mérito: el de envolvernos en sus tramas; de convencernos de que las historias son reales. Los temas son de actualidad, contempóráneos y nos narran esa interacción entre seres inmersos en la modernidad y el drama humano.
También la pérdida de la dignidad aparece en este libro; en Pasión por Bárbara, donde el protagonista ve en aquella pérdida, ajena a él, la suya propia.
La frialdad en el mundo de los negocios: los aptos y no aptos para conseguir el éxito, es retratado en el relato Soldados del Ejército Rojo.
Hay fragmentos del libro que, una vez leídos, se impregnan en la memoria. Como por ejemplo: ‘Una de la virtudes del alcohol es que pulveriza las convenciones sociales y precipita los más íntimos deseos. La vida, impregnada de alcohol, siempre discurre de forma mucho más rápida’. Fragmento del relato La fuerza de la costumbre, donde las necesidades materiales que han sido satisfechas producen otro tipo de necesidades tan o más importantes que las primeras.
Y no podía faltar, siendo el autor de Bilbao, el tema del terrorismo de E.T.A. La amenaza, es una interesante aproximación para entender lo que significa estar bajo el punto de mira de la organización terrorista. En este caso, en el ambiente universitario.
Otro de los fragmentos inolvidables del libro, esta vez en tono romántico, es: ‘Ahora que ella no estaba a mi lado me preguntaba para qué demonios creí necesitar a una poetisa deprimida: necesitaba una mujer como ella, alguien que me anclara a la vida y pudiera hacer de la realidad algo fértil, algo más habitable’. Forma parte del relato El café del mercado; una hermosa y contundente historia de amor.
Las pinceladas de humor también aparecen en el conjunto y con mayor incidencia en el relato que se titula de la misma forma que el libro. El personaje del huésped es un verdadero detonante dentro de un joven matrimonio.
Por último, en La claridad del agua, nos muestra cómo un peligro sanitario hace evidentes verdaderos problemas en el matrimonio.
Los relatos de “Mañana será otro día” son tan reales que cuesta aceptar que son ficción. Tal vez la vida es una ficción enmascarada de realidad. No lo sé, pero los relatos de Pedro Ugarte nos indican que en lo cotidiano también hay cosas importantes y que a veces no las vemos. El realismo del libro nos demuestra que no hacen falta las imaginaciones lisérgicas u oníricas para disfrutar de la literatura. También con la realidad experimentas ese placer. Y más si el lenguaje está muy bien cuidado y la lectura se hace ágil.