Haz el amor permitiendo sentirte parte del aire y la piel que te toque, deja que el calor que no es tuyo se funda poro a poro en tu alma, deshabita tu cuerpo por un segundo interminable.
Busca en cada uno de tus latidos la sed saciada del alma, la infinita páz que se les entrega a los amantes cuando aman y pierden los incrédulos en cualquier cama. Olvida tu nombre y tu apellido, forma parte de lo que no ves, y nada en cada caricia con la inmensa libertad que transitan los peces y los pájaros sin pensar ni en el agua ni el aire.
Hecha al suelo todas las telas y las máscaras, vive intensamente la intimidad de las fuerzas, recuerda al presente en cada segundo ya viejo, y camina sin rumbo en la boca que te besa. Deja tu mano derecha en su rostro cerrando los ojos y regala en esa caricia la vitalidad de tu sangre en su alma.
Descúbrete amándote, es allí cuando la felicidad se torna tan real e imperceptible como su propia esencia, donde sabes que has tocado lo inexistente; donde no importan razones más que la dulce unión multiforme de los hombres y mujeres que aman amarse.
Encuentra en la desnudez del tic-tac de los relojes cada hueco de tu alma, y llénalos con la cal y el barro de tu percepción, cúrate y devuélvele la medicina al manantial del que lo has tomado.
Que ninguno de tus sentidos sea un fin en sí mismo, sino el medio por el cual te alimentas, olvídate de los ruidos, las caras, colores y olores del mundo; y cuando despiertes deja entrar la luz por la ventana y sopla con un beso su frente y apoyando lentamente tus pies en la tierra, así, irás alejándote poco a poco del cielo, pero sin haber perdido el sabor que has probado, prepara el café y bébelo entre abrazos en tu cama, sabiendo que la próxima, jamás será un retorno sino una nueva lección de tu espíritu a tu mente.
Deja la mortalidad de los besos que acostumbras y vive, así me aseguraré de tu felicidad, y no lloraré tu ausencia.; y si con quien lo compartes no puede entenderte, entonces, mide entre las voces y las letras la dulzura que te hace falta.