Escenarios, 31
La extraordinaria labor que está realizando el Teatro de la Estación para potenciar el teatro de Zaragoza se canaliza fundamentalmente de dos modos: los cursos y talleres de aprendizaje destinados a personas de todas las edades que sientan afición o curiosidad por interpretar –son varios cientos los inscritos este año– y la organización de espectáculos que se ofrecen a colectivos sociales, alumnos de secundaria y público en general, tanto en las dos sedes del Teatro como en algunos Centros Cívicos de la ciudad, con localidades al alcance de todos los bolsillos.
Además de la programación surgida de la compañía Tranvía Teatro, titular de la sala, que pone en escena adaptaciones de obras clásicas realizadas por Rafael Campos y dirigidas por Cristina Yáñez, aparecen también periódicamente otros grupos invitados, con el mismo objetivo, como ha sido el reciente caso de Teatro del Norte, la compañía creada en 1985 por un infatigable asturiano, Etelvino Vázquez, que ha vuelto a este escenario con una sugerente versión de ‘Mariana Pineda’, el primer empeño escénico de Federico García Lorca, a medio camino entre el lirismo poético y el drama político.
La dificultad que podría suponer la interpretación purista del texto en verso, se salva mediante la incorporación de fragmentos de la obra que hace unos decenios, en 1970, realizó el dramaturgo granadino José Martín Recuerda, sobre el mismo tema, titulada ‘Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca’, que fue prohibida por la censura y no pudo estrenarse hasta 1977, finalizada ya la dictadura.
Todo esto lo explicó Etelvino Vázquez en un coloquio con los espectadores, posterior a la representación, que los tres actores, Cristina Lorenzo, David González y él mismo, ofrecieron con una dramaturgia austera pero absolutamente eficaz. La entrega de la protagonista y la versatilidad sus dos compañeros consiguieron los efectos deseados: conmover al público y hacerle reflexionar sobre conceptos tan universales y necesarios como el valor, el amor, la libertad y la lealtad.
En la ‘Mariana Pineda’ lorquiana está el germen de toda su dramaturgia posterior. Los artistas asturianos acertaron de pleno en su propuesta.