“Me interesa la literatura que trabaja una brutalidad desde la técnica”.
Y así se muestra, abriendo la debilidad del factor humano, frágil y deshumanizado equipaje poseído de una violencia que altera el pulso.
Afirma: «Una literatura que se mueva dentro de un plano puramente intelectual me parece una literatura con anemia»
Maximiliano Barrientos nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en 1979. Es uno de los escritores jóvenes más relevantes de su país y una figura esencial de la nueva literatura latinoamericana.
En 2009, su libro de relatos Diario (2009) recibió el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz.
Confieso que he vivido y voy tirando de mi vida por caminos y vericuetos, pero no había leído nada, sí referencias, de la obra de Maximiliano Barrientos.
Ahora he abordado esta gavilla de cuentos titulada Una casa en llamas, editada por Eterna Cadencia. Seis cuentos en total, aunque como señala el propio autor: “Pudo haber tenido 30 cuentos, pero al final decidí que serían solo seis porque eran los más representativos del conjunto y porque así también limitaba el margen de error”.
Y bien que puede pegar en la contraportada del libro aquello de Gracián. “Lo bello si es breve en doblemente bello”, aunque aquí la dureza maltrata.
No hay música en el mundo, es el cuento que abre esta casa en llamas
En la historia se puede palpar la sombra maestra de Hemingway, no para mal sino para bien.
Historia y tragedia es el tema de boxeador al que en un combate le llega la derrota total sobre el octágono. La edad, el peso de los años para este oficio de golpear tiene unas reglas de juego que la voluntad sola no puede superar. Nuestro protagonista se lo platea al desnudo, esto es duro, pero real. Así que se retira a su cabaña, en un lugar donde el silencio se mira en el lago que le lleva al recuento de su vida.
Su planteamiento cautiva y creo que es el mejor de los seis. Lo que anima al lector a seguirle por su sendero narrativo.
Su segundo cuento Más allá fuera, en la lluvia
Se desliza al principio sobre su horizontal miembro en plena acción erótica que, por voluntad y deseo propio de tal gozo, lo impulsa a rememorar la destrucción de lo suyo propio. Extraño desplazamiento, desde el placer de tan rica mamada, cuyo regusto va trasladando su mente hacia el tiempo vivido allá en los años de juventud, invitado por su padre a contemplar cómo le prende fuego a su casa, esa donde compartía vida y azares con su madre… Contemplada por padre e hijo, todo un placer siempre presente en los personajes de sus cuentos.
Sara, su tercera, se une con la cuarta
Para contar la agitada historia de una mujer que medita en un banco estar segura de que al tipo que ha visto en el restaurante es el chófer de su marido, ese que hace siete años jugó un papel fatal en su vida.
Se inicia así una persecución y el rapto de un niño… El lector puede entender que el niño fue suyo, aunque ahora tiene otra madre.
Tres matones a sueldo la violan con saciedad, ella se repone, medita, devuelve al niño raptado, finge que no es nadie, solamente la víctima de placer y del deseo, la perdedora de aquello que pudo tener en su día sentido. Lo vivido y lo perdido, el ayer y un hoy decadente, que sufre la derrota del tiempo por el que transcurren todas las situaciones de una vida agitada.
Entre estas dos situaciones nada queda fuera. Nostalgia y derrota se suceden. La violencia es la constante sin que el autor intente volverla glamurosa ni retratarla o denunciarla, va por otro lado: una tercera vía, para decirlo de otra forma.
La violencia es parte del misterio de lo que significa lo humano. Pero no falta la ternura, el dolor del engaño y la derrota en esa mujer que es tierna, pese a su locura por culpa de su marido, que la llevó al martirio de ser violada por tres matones sin escrúpulos pagados para ello…
Todos sus personajes se sienten solos, dañados por el duro trajinar del tiempo vivido, pero que pese a ello quieren sobrevivir a cosas que no terminan de procesar del todo.
Lo penúltimo, El fantasma de Tomas Jordán
Una historia de dos hermanos y esa mágica Andrea… Tres personajes que recuerdan el tiempo transcurrido como si hubiese sido una leyenda, junto a una madre desprotegida, derrotada, que pone hasta el aliento por su hijo mayor.
Borracheras, peleas. Todo un rosario degenerativo, esclavo de sus circunstancias y escala de valores mínimos…
Gringo cierra las historias
No es el Gringo viejo de Carlos Fuentes. Á‰ste es polaco y bestial, hasta la máxima crueldad que el lector pueda imaginar, con la ayuda de las fotos que extrañamente le llegan a la madre relacionadas con la hermana de esta.
Lenguaje cinematográfico, el autor sigue las tragedias de personajes solitarios, poseídos de tristeza en una sociedad hostil.
Historias que se introducen en las grietas de la soledad y el alcohol. La imagen del fuego como una constante disparadora de historias que “se sumergen en las grietas más profundas y oscuras de personajes sumidos en la soledad y el alcohol, o que intentan sobrevivir a viejos amores: como se vive con un “recuerdo doloroso, con los fantasmas del pasado, con la locura o el abandono”.