El corazón también se mira y no sólo el reflejo de nuestro cuerpo en un espejo de cristal
Nos preocupamos por las arrugas de nuestro rostro y cuerpo, todo lo que no nos gusta de él, por compararlo con modelos o estereotipos sociales, y que muchos podrían sentir como si les fueran impuestos, por carecer de la suficiente estima que les permita discernir sobre ello o no fijarse en demasía.
Nunca podremos ver algo con objetividad mientras no nos retiremos para poder observarlo desde fuera. Mientras estemos inmersos en esa estructura de creencias y costumbres nos costará un gran esfuerzo despegarnos de ella, por no decir que nos será casi imposible.
Quizás, quien ya no soporte la presión y preocupación que supone estar al “día” con esos estereotipos de un paso hacia su individualidad y tome en cuenta su propia opinión y gustos.
Sin embargo, hay muchas personas que son presa de esto y pocas veces se ocuparan del verdadero sentir de su alma, de su merecida felicidad sin tener que identificarla con la posesión de algo externo y controlado por unos pocos que, no siempre, lo hacen por puro talento, sino que intervienen los intereses de cada uno (o algún grupo en particular) cargándose el verdadero sentido de la creatividad y los dones del ser humano.
¿Qué nos preocupa más, las arrugas de la piel o las del corazón y el alma?
Buscamos tapar lo que vemos como defectos en lugar de aceptarlo como algo nuestro y digno de respeto.
Y no estoy apoyando el no cuidarnos o jugar con los colores de la ropa o del pelo por puro gusto, sino el establecer una prioridad comprendiendo que todo es importante pero, a más cuidemos nuestro interior, más satisfechos nos sentiremos el día que nos vayamos. Pienso que no hay sensación que nos pudiera defraudar más que el llegar el día de partir y no sentirse satisfechos con lo vivido.
Un corazón sano y un alma satisfecha será feliz siempre pero un humano exigente y dependiente de…, siempre necesitará más para ser feliz.
Si el corazón está envejecido por el dolor, no podrá verse como se puede ver la piel en el espejo tapando o disimulando las arrugas con cremas, pero si se podrá sentir, constantemente, como si de un espejo se tratara. Uno que no es de cristal sino de sentimientos y emociones.
Cuando sufrimos por mirarnos al espejo sin aceptar lo que vemos, es sentir el dolor interno: angustia, tristeza, apatía, desilusión, desolación, depresión…
La verdad siempre saldrá por sí misma estableciéndose para siempre, en cambio:
La ambición, o la creencia de necesitar mucho, puede convertirse en un incesante “necesitar” que nunca descansará.
¿Cuánto estamos dispuestos a pagar para tapar el efecto de los sufrimientos internos?