Esta imagen puede herir su sensibilidad: 2.400 muertes «evitables si no se hubiera optado por un modelo de privatización».
Me sentí tocado. Espero que no acaben de hundirme la moral. El físico ahí va. Con atención, que no nostalgia, quise seguir la sesión de control, Congreso de los Diputados, del día 20 de marzo. Hace ya mucho tiempo y, sin embargo, aún me duele. Según UGT Comunidad Valenciana, en dicha Comunidad, y cita Soraya Rodríguez, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, han sido más de las 2.400 muertes «evitables, si no se hubiera optado por un modelo de privatización». En la mesa, se anima la conversación. A mi lado uno roza los 91 años. Está sano, salvo por la edad. Nada que temer. También aluden a una orden, por la cual quitarían inversiones en trasplantes, en beneficio del cumplimiento del déficit comunitario.
Marqué un teléfono:
– Sí, se me dijo: estamos perplejos, menos mal que los pacientes no lo han oído. Imagino que ya sí se habrán enterado de las ocurrencias ministeriales, desmentidas, o aún no del todo.
«No se lo vamos a permitir: recortes en derechos, que son el corazón de la democracia, con menos democracia. Van a rectificar esa orden».
La desesperanza fue definitiva, casi, cuando, por todo argumento, la recoleta portavoz popular esgrimió el «en política no vale todo», para acabar con el mantra “la primera política social es contar con financiación adecuada, para lo que un déficit excesivo es un impedimento”.
El Ministerio de Hacienda, por desviación del déficit, ha dejado de transferir fondos para distintos programas. Si ahora tocara o tocase los recursos para La Organización Nacional de Trasplantes (ONT), no tendría consuelo. Son dos millones de euros para las 17 comunidades, principalmente para formación de profesionales. Más de 14.000 han pasado por estos cursos, dice El País. Pero aún no hay nada decidido. Menos con la fórmula de financiación asimétrica por Comunidades, que esa es otra. La asimetría puede venir por necesidad o por afinidad.