Las mujeres poetas ya se están igualando a los hombres.
¿Habrá llegado, entonces, el momento en que hombres y mujeres abarquen el mismo territorio literario?
Es bello y excitante ver, con clamorosa alegrÃa, a grupos de mujeres, especialmente jóvenes, leyendo poesÃa allà en cuantos lugares las escuchan. Y produce infinita satisfacción ver los muchos libros de lÃrica femenina que se publican en estos tiempos; y se satisface uno, con extraordinario y jubiloso orgullo, ver que muchas mujeres -la mayorÃa- cosechan premios de renombre. Por lo que llegamos a preguntarnos, ¿eso significa que, por fin, ha llegado la hora en que las mujeres se hallan situadas en el mismo plano literario que los hombres, con lo que el pan y la gloria literaria se reparten por igual? Es cierto o, al menos, asà lo veo yo. Convencido de que con genialidad y esfuerzo en el trabajo se consigue la Luna.
Es una evidencia constatada que la mujer va alcanzando altas cotas de participación y de reconocimiento, comparado con cualquier tiempo pasado. Algo del todo impensable hace solo unas décadas. Atrás quedan entonces aquellas mujeres sumisas, que parecÃan haber nacido solo para trabajar en el hogar: dÃas enteros en su casa, con el trapo del polvo, la fregona y la prole colgada en la cadera. Cierto es también que nunca estuvieron del todo marginadas de la poesÃa, pese a que en muchos cÃrculos culturales fue muchas veces rechazada su presencia. Pero aquello no importaba demasiado, pues ellas escondÃan con orgullo sus sentimientos. Aunque no podemos negar que han tenido que correr y correr años –parece mentira- para que, definitivamente, se rompiera ese oscuro maleficio y podrido arrinconamiento en el alma… Un hecho demasiado largo e indigno hasta hallarse donde están ahora. Pero, bueno, se dice que la verdad se encuentra por entero en la palabra. Y esta suerte de la que  disfrutamos hoy, me trae a la memoria algunas pioneras a las que la vida no les fue bien del todo. Como muestra, hoy traemos a tres.
Mujer culta e inteligente, la reina de Navarra, Margarita de Angulema, (1492-1549), quien sorprendió a la gente de entonces (y hoy aún nos sigue sorprendiendo igualmente, escribió un libro de relatos, sobre todo para huir de los malos tratos de su esposo). Quizá una de las que peor lo pasó.
Choderlo de Lachos (1741-1803), autora de “Relaciones peligrosas†quien, curiosamente, escribió una literatura que abre horizontes a escritores como Tolstoi, Fleuber, Stendald, y a la escritora Emili Bronte con “Cumbres borrascosasâ€.
Pero lo que sale de la oscuridad de manera decida y extraordinariamente sorprendente -tratándose, además, de una religiosa-, fue Sor Juana Inés de la Cruz, mejicana –de padre español y madre criolla-, que Escribió “Redondillas†y una obra de teatro titulada “Los empeños de una casaâ€. No solo sobresalió como una mágica poeta y buena dramaturga, sino que, además, fue una mujer valiente que luchó por los derechos humanos.
         En España tuvimos a Santa Teresa de Jesús, RosalÃa de Castro, Carmen Laforet, Rosario Castellanos…
Y ya no paró el brÃo y la furia feminista, la valentÃa y la fuerza de toda esa pléyade de mujeres que escribieron una poesÃa tan digna como la de los hombres. Y que cada dÃa, la cantidad y calidad va creciendo como un espléndido amanecer otoñal.
Con todo, no está por demás recordar a esas otras mujeres (aún más afortunadas) que han alcanzado el Premio Nobel de Literatura y que muchos no conocen ni siquiera de oÃdas.
En el año 1909, la escritora sueca Selma Lageröf (1858-1940) obtiene el Premio Nobel; en 1928, le toca el turno a Sigrid Undset, Noruega (1882-1949); en 1945, a la poeta chilena Gabriela Mistral (1899-1957); y en 1996, la polaca Wislawa Szymborska (1923-). También lo obtuvieron Toni Morrison y la italiana Grazia Deledo…
Y hablando de las escritoras y poetas contemporáneas, es evidente que estas se han agarrado con fuerza a legÃtimos espacios conseguidos con ilusión y tenacidad. Lo que tanto tiempo llevaron escondido en el corazón, ha saltado en chispas amarillas, con fuerza irrefrenable. Como rÃos de poesÃa en desbordada furia incontenida.
De donde se desprende lo hermoso que es amar y ser libre al mismo tiempo.