Con la llegada del nuevo año, varias localidades de Navarra reciben la visita de carboneros, fantasmas de tela de saco rellenos de hierba seca, osos, gigantes de tres metros y bandidos con palos y escobas. Sólo permanecen cuatro días, pero durante ese tiempo se convierten en los protagonistas indiscutibles de los Carnavales rurales, una fiesta colorista ligada a las danzas y rituales mágicos más ancestrales. Aunque en algunos pueblos se adelantan al mes de enero, la mayoría de los espectáculos tiene lugar en los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza (10, 11 y 12 de febrero).
Una las primeras localidades en dar la bienvenida a Don Carnal es Leitza, que el cuarto domingo de enero (27 de enero) celebra un desfile de carrozas y disfraces por las calles del pueblo. Al día siguiente, la popular cuestación por los caseríos recuerda la tradición rural de la fiesta. También en Sunbilla las comparsas y la genialidad y humor de sus vecinos se han ganado el reconocimiento del público, que considera su desfile de Carnaval (el domingo 27 de enero) el más espectacular de Navarra.
Los aficionados a las tradiciones y a los ritos ancestrales no se pueden perder los Carnavales de Ituren y Zubieta. Todos los años, el lunes y martes de la última semana de enero sus vecinos protagonizan un ruidoso desfile para ahuyentar los malos espíritus y proteger los campos de las plagas. El principal atractivo de este antiquísimo ritual es la indumentaria de los mozos (“ioaldunak”). Visten pantalón azul de Mahón, sayas blancas de mujer, calcetines de lana y pieles de oveja en la cintura, sobre las que se atan unos cencerros o “joareak” que pesan 3 o 4 kilos. En la cabeza llevan un sombrero cónico que adornan con cintas de colores y plumas de cola de gallo, y en las manos sujetan crines de caballo. La única diferencia entre las dos comparsas es que la de Ituren lleva otra piel sobre el cuerpo. La fiesta comienza el lunes (28 de enero), cuando los ioldunak de Zubieta parten hacia Ituren haciendo sonar sus cencerros a lo largo de los tres kilómetros que dura el recorrido. Al día siguiente (29 de enero), el desfile se realiza a la inversa, es decir, los ioaldunak de Ituren devuelven la visita a los de Zubieta.
Junto con los de Ituren y Zubieta, los Carnavales de Lantz, un pequeño municipio situado entre los valles de Anué y Ultzama, están declarados “Bien de Interés Cultural”. En Lantz, el acto central tiene lugar el martes (12 de febrero), con la ejecución y quema del bandido Miel Otxin, un gigante de tres metros de altura vestido con vivos colores. Los que asistan a este espectáculo deberán tener cuidado con los txatxos, figuras vestidas con llamativas ropas, que hostigan a todos los presentes con escobas y palos.
Igualmente peligrosos resultan los momotxorros de Altsasu/Alsasua, unos personajes con trajes ensangrentados y cornamenta que, acompañados de brujas aulladoras y fantasmas rellenos de hierba seca, se dedican a atacar al público con sus horquillas. El cortejo tiene lugar el martes de Carnaval y el recorrido finaliza en la plaza Mayor, donde un baile pone el punto final al espectáculo.
Aunque menos conocido, el Carnaval de Unanu se rodea de magia y de misterio. En esta pequeña localidad de la Sakana, el martes de Carnaval (12 de febrero) los protagonistas son los mamuxarros, jóvenes ataviados con fantásticas caretas construidas en hierro que portan largas varas con las que fustigan a cuantos encuentran a su paso.
Con originalidad y buen humor viven en Goizueta sus Carnavales. El martes (12 de febrero) el pueblo recibe la visita de los carboneros o zomorrok, que llevan sobre sus espaldas un odre adornado con cencerros, y de los mozorrok, que van vestidos de blanco, con faja, pañuelo y boina roja. Durante el recorrido, los carboneros tiznan de negro las caras de las mujeres al restregarlas con las suyas. Cada cierto tiempo, el cortejo se reúne y baila la “zagi-dantza”, un baile lleno de piruetas.
La tradición juega un papel muy importante en Arizkun. El martes de Carnaval por la mañana tiene lugar una representación en la que los protagonistas son un oso (hartza), sus cuidadores, vecinos cubiertos con máscaras, fantasmas y una pareja de novios que simulan una boda. Ya por la tarde, tiene lugar la Sagar Dantza (la danza de la manzana), un bellísimo y lírico baile que se baila con mazanas en las manos y constituye un homenaje a la primavera.
En Lesaka, la fiesta tiene lugar el domingo de Carnaval (10 de febrero). Los personajes principales son los zaku zaharrak, grotescos personajes embutidos en sacos de tela rellenos de hierba seca, que se cubren la cara con un pañuelo y portan una pizontzia (vejiga) con la que atizan al público. Los zaku zaharrak desfilan en fila india al son de la música y acompañados de las mairus (mujeres que llevan un sombrero ancho y tiras multicolores) y los goitarrak (habitantes de los caseríos de las montañas).
El desfile que se celebra el domingo y lunes de Carnaval (10 y 11 de febrero) en Bera tiene como protagonistas a pastores y nodrizas (chicos disfrazados de chicas). El cortejo se coloca en dos hileras y empieza a bailar. Durante la danza, las nodrizas lanzan a sus bebés (muñecos) al aire y los recuperan sanos y salvos. La comparsa va acompañada por el Rey Momo, un personaje vestido como un antiguo monarca que se traslada en carroza, el “alcalde”, el “juez”, el “cura”, y el “militar”.
Los Carnavales en Pamplona y la Ribera
Aunque con un aire más urbano, los Carnavales de Pamplona también cuentan con un personaje principal: María Trapo, un muñeco que representa a la malvada jefa de los francos que destruyeron el Burgo de la Navarrería y que acabó quemada en su torre. El viernes 8 de febrero, la lectura del pregón da el pistoletazo de salida a un fin de semana festivo que culmina el lunes con la quema de María Trapo en la plaza Santa Ana.
En el sur de Navarra la fiesta pagana es especialmente vistosa en Tudela, donde los protagonistas indiscutibles son los cipoteros, personajes con máscara y cabeza cubierta que arrojan caramelos. Acompañados de los capirotes, recorren las calles el viernes anterior al Miércoles de Ceniza (8 de febrero).
En Cintruénigo, los zarramuskeros toman las calles del pueblo las tardes del sábado y domingo de Carnaval (9 y 10 de febrero). Su misión es rociar con el agua con azulete que llevan en unas sulfatadoras a cuantos pillan por el camino.
Fuente: Turismo de Navarra