Señoras y señores: Nick Hornby ha sacado una nueva novela titulada: «Funny girl» con todo lo que ello conlleva. O no. Según me he enterado, la he comprado, sin solución de continuidad, en versión original y ahora la espero con nerviosismo. Sé que me va a gustar. Como habréis adivinado, soy uno de sus muchísimos fans. Si no somos muchísimos, soy uno de sus fans y punto, tampoco pasa nada. Á‰l no va a dejar de ser un genio por ello. Estoy ansioso, deseando que llegue el cartero con el deseado paquete a casa. Cada vez que suena el timbre salto de donde esté a la puerta como un perro al que le enseñan un hueso. Pero yo no saco la lengua de la boca que uno tiene una educación. Me siento como el drogadicto afectado de la ansiedad propia de su síndrome de abstinencia esperando una nueva dosis. Estoy esperando el nuevo libro de Nick Hornby, sí, pero no sólo es un libro, no. Es el libro de Nick Hornby, algunos sabrán de lo que hablo.
Me ocurre igual siempre que sale una nueva novela suya desde que conocí el placer que produce su lectura. Es adictiva y relajante. Sosegada y agradable.
Hace ya más de veinte años leí por primera vez las novelas «Alta Fidelidad» y «Fiebre en las gradas» a la sazón, segunda y primera novela del autor británico. Desde entonces consiguió seducirme y lo sigo como un fan a un ídolo. De modo que, si me entero de alguna novedad suya, la persigo por todos los rincones como una gruppie cualquiera. Es que, como si de mi grupo de música favorito se tratase, tengo todos sus libros. Los leo y los releo con asiduidad. Me encanta la sensación que me produce leer sus novelas.
Cuando anuncia en su página web la próxima aparición de un nuevo libro, me pongo nervioso pensando en saborear y degustar su literatura.
En ese mismo instante, me siento ávido de sus sosegados chistes, de los giros pausados de sus tramas, de su agradable literatura en definitiva. Porque se trata de eso, de literatura.
Recuerdo que la primera vez que escuché algo de Nick Hornby, fue de labios de mis amigos Israel y César. No recuerdo si fue primero el huevo o la gallina. Ellos sabrán cómo repartirse los papeles. Estaba estudiando en la biblioteca (o haciendo que estudiaba leyendo novela tras novela que caía en mis manos) y me dijo Gallihuevo que leyese algo del señor Hornby. Recuerdo que era reacio a ceder a los cantos de sirena de mis amigos porque yo era muy cerrado y sólo leía literatura clásica. Ahí está todo, repetía una y otra vez, como un papagayo. Más adelante he aprendido que, efectivamente, en los clásicos está todo, pero hay miradas distintas e imágenes y lenguajes distintos que son magníficos, entretenidos, de calidad y divertidos. Los amigos suelen ser quiénes mejor nos conocen y ellos, en aquél entonces, eran, sin la menor duda, los que mejor me conocían. Con la convicción de que acertaban recomendándome a Nick Hornby siguieron intentándolo hasta que cedí a sus deseos. Me leí, como he dicho más arriba, “Alta fidelidad”. Novela que, para un melómano como yo, ampliaba el horizonte en mi universo literario. Ellos son también melómanos como yo, y habían sentido lo mismo que yo sentí a leer el libro. Apostaban sobre seguro. De modo que sí que dieron en el blanco. En el centro del blanco. Nunca se lo agradeceré lo suficiente.
El encanto de Hornby radica en su facilidad para elevar a categoría lo ordinario, lo habitual, lo cotidiano. Escenas corrientes que transcurren entre sus páginas haciendo que empatices inmediatamente con el protagonista de la historia.
Unos personajes que si bien no se adecúan a los estereotipos comunes de cuántos nos rodean, sí son reconocibles y queridos. O, al menos, consigue hacer que nos caigan bien. Ahí radica la riqueza literaria de Mr. Hornby. Fotografía perfectamente a sus vecinos como el magnífico retratista que es. Pero lo que es mejor aún, radiografía sus personajes con sencilla magnificencia haciendo que sus universos internos sean identificables para todos nosotros. Si todo ello lo aderezamos con que se trata de un narrador de la actualidad con una mirada certera e irónica sobre la sociedad que lo rodea, el éxito está garantizado. Son dignas de mención, también, las temáticas elegidas para sus historias. Suelen ser situaciones más o menos coincidentes con las necesidades, vicisitudes, miedos y decisiones del común de los mortales, de modo que consigue hacer que te sientas identificado desde la primera a la última página. Habla sobre auténticos antihéroes que, sin la mirada y giros del magnífico autor inglés, resultarían anodinos y grises. Además de que usa un estilo muy coloquial y cercano que hace que sientas que te está hablando al oído.
De modo que continúo esperando que el cartero traiga mi paquete para ponerme un whisky y leer tranquilo, sosegado y sonriente la nueva novela de mi autor preferido… Os dejo que suena el timbre.