La conciencia ética, social, cultural, espiritual, del conjunto de la humanidad, está siendo adormecida desde muchos frentes que no por casualidad coinciden en la base de sus planteamientos: la defensa del interés egoísta de individuos poderosos en contra del interés común; la defensa de los intereses egoístas de grupos financieros y de Iglesias en contra de la libertad de la conciencia y el bienestar común, y nunca como hoy se ha hecho esto tan evidente.
El Derecho basado en el interés de unos pocos sobre los muchos, y que consagra el desamor y el conflicto; que consagra el interés egoísta y lo convierte en leyes, pretende sustituir a la Justicia y al amor altruista. Su propósito es el de someter a las poblaciones de cualquier parte del mundo a los parámetros de conductas sociales, económicas y de pensamiento previamente diseñados por los poderes dirigentes a diferentes niveles para perpetuar su dominio y seguir manejando a su antojo los recursos energéticos de que dispone este Planeta, y la energía física, mental y emocional de sus habitantes , loo que constituye un modo de verdadero vampirismo ejercido contra la colectividad por una minoría encumbrada que sirven a minorías aún más restringidas hasta perderse en el mundo de las sombras que les dirigen a todos ellos.
No es exagerado decir que a través de los grandes medios de comunicación de masas estamos siendo bombardeados por una programación psicológica y una pedagogía popular-mediática promovidas por los dirigentes mundiales, tendentes al dominio de la mente y, a la vez, a inculcar en los espectadores de la sociedad global y del espectáculo los esquemas de valores y conductas que deben aprender y practicar para que el Sistema funcione como ellos desean. Por tanto, estamos hablando de un asalto programado al último reducto que queda por conquistar en este Planeta literalmente tomado por el neoliberalismo neocolonial y militarista: la conciencia.
A través de esos medios promovidos por todos los sectores del poder político, económico y religioso, unidos por el interés común de explotar y dominar, y donde muestran su verdadero rostro de enemigos de la libertad, la verdad, el amor y la justicia, se pretende que los pensamientos, las emociones, las sensaciones, y las conductas de cada individuo sean «las que deben ser».” Políticamente correctas” se llaman con todo cinismo.
Este modo de actuar contra las poblaciones incluye a cualquier sistema social convertido en un sistema de dominación, da igual cómo combine los nombres de capitalismo, democracia, iglesias, monopolio, estado, socialismo y otros parecidos. Si hay dominación sin participación, si hay dirigentes y dirigidos, si existen jerarquías de poder, si una casta política, económica o religiosa organiza y el resto dirige, entonces es que estamos ante los enemigos de la libertad, del amor y de la justicia: ante los enemigos del orden cósmico divino que se basa en la igualdad, la libertad, la cooperación, la unidad y la fraternidad, y es un orden justo y opuesto al llamado Nuevo orden mundial, que es el orden de la injusticia y del asalto a la conciencia.
EL INQUIETANTE DESCONOCIDO
La mayoría de las personas, por desgracia, dan por contestadas y sentadas las verdades establecidas a causa de la mucha programación externa con que son condicionadas sus mentes a diario y desde niños, a su poca inclinación a preguntarse críticamente y cuestionarse lo fundamental, y a su propia indolencia y falta de amor desinteresado. Y esta onda les permite ser influidos por sus programadores. Por ello no se hacen preguntas como “¿Quién soy yo?” Pensando en ese inquietante desconocido que habita en el sótano de la propia consciencia: el subconsciente.
Muchos de nosotros no queremos saber eso, aunque nos suponga constatar de vez en cuando, con un profundo sentimiento de incomodidad, que solo puede interpretarse como un aviso de la propia conciencia de que eso no está en orden y convendría mirar por qué, porque es precisamente desde ese sótano del subconsciente desde donde se dirige nuestra vida, aflorando en las circunstancias más inesperadas. Y es precisamente ahí donde se nos quiere agarrar por los programadores de nuestras vidas para manipularnos, degradarnos, y convertirnos en “humanos de segunda mano”, dóciles y “explotables”.
Podemos preguntarnos: ¿Por qué quienes creemos ser no es a menudo quienes somos, y por qué la imagen que nos hemos formado de nosotros mismos para podernos soportar o facilitar ser admitidos por quienes nos rodean no es más que una máscara? La obsesión por la máscara, sin embargo, es lo que nos impide ver el rostro que oculta: el rostro de la verdad y lo real. Y se busca que tengamos máscaras de diversos tipos, según sus intereses, y bailemos al son que nos toquen.
La mayoría, esa mayoría silenciosa con su “silencio de los corderos”, la forman quienes a su mucha comodidad y a su oscuro miedo a enfrentarse a la vida, unen sus miedos concretos y cotidianos a enfrentarse consigo mismos por diversas razones. Una de ellas, tal vez la más importante, es que no han encontrado aún las pistas suficientes como para revolucionar su existencia abriendo la caja de Pandora de lo que se oculta tras la máscara o las máscaras que la cubren y que confunden con su verdadero ser, su yo.
Todo lo natural necesita su tiempo de maduración, pero si pasado ese tiempo, se deja estar, acaba por pudrirse. Entonces se convierte en un problema. Y esta sociedad que se basa en la dominación y explotación de unos por otros, se ha convertido en un problema de dimensiones planetarias, en una enfermedad con múltiples síntomas que se extiende como una mancha sucia y sangrienta por todo el globo terráqueo.
Pero si uno percibe este mundo tal como es y no como nos lo presentan, debe empezar por saber que la revolución de la propia vida comienza por la revolución de la conciencia, y no hay otra posible. Para ello se necesitan conocimientos, experiencias y herramientas de trabajo. Y sobre todo método, perseverancia y huída de los fanatismos. El afirmarse a sí mismo como un ser libre, el enfrentarse contra los valores y máscaras que le han sido inyectados y colocados desde niño, arrojará por tierra muchos de los clichés incrustados en la mente por una educación estúpida y por todo tipo de adoctrinamientos religiosos, políticos y sociales ideados para que sus promotores dominen sobre gentes dormidas.