Cultura

Olivia y Eugenio: preguntas al aire

Escenarios, 64

OLIVIA Y EUGENIOLa obra de Herbert Morote que se ha estrenado el pasado viernes en el Teatro Principal de Zaragoza, ha supuesto el retorno a la escena de Concha Velasco, tras superar un importante problema de salud. La propuesta es altamente interesante por cuanto combina la actuación de una actriz veterana, de impresionante trayectoria, con la primera aparición en escena de una persona con síndrome de Down.

El actor Hugo Aritmendiz encarna a Eugenio, hijo de Olivia, que representa la bondad natural y la inocencia en medio de un mundo caótico, lleno de personajes mendaces, prepotentes y estúpidos que pueden encontrarse en todos los estamentos de la sociedad, desde la política hasta el deporte.
La relación entre madre e hijo, que tiene algo de confrontación y mucho de compenetración, es el eje fundamental de la trama. Una mujer endurecida por los avatares de la vida encuentra en el joven discapacitado el refugio de necesita para sobrevivir. Pero repentinamente se enfrenta a un dilema cuando se le declara una enfermedad terminal. Salen a la superficie cuestiones fundamentales que afectan al sentido de la vida. Una importante es el concepto de ‘normalidad’. En un desfile rápido y crudo pasan ante el espectador los considerados triunfadores de este mundo, que Olivia va descalificando con dureza.

¿Dónde está la normalidad? La respuesta queda en manos de cada cual, pero evidentemente puede atribuirse, en su sentido más limpio, a la gente sencilla y a quienes padecen el mencionado síndrome, pero no a quienes capitanean la corrupción, el fraude, la mentira, la extorsión y el abuso en el mundo contemporáneo.

La segunda cuestión importante afecta al futuro. La madre está dispuesta a provocarse un final rápido para no tener que sufrir las consecuencias de su enfermedad. Entonces se le plantea un problema: ¿qué será de su hijo cuando ella falte? La solución más inmediata consiste en conseguir que el muchacho le acompañe en el proceso de autoliquidación.

En este punto es donde el texto comienza a flaquear. Las alternativas en que se desarrolla la última parte del drama son un tanto confusas. El dilema entre una muerte rápida o un aprovechamiento jubiloso de lo que quede que vida, se decanta hacia la última opción, como era previsible sin tener que realizar tantos circunloquios.

No obstante, la cuestión de la eutanasia queda muy bien expuesta y es, junto con el análisis de la ‘normalidad’, el mensaje más consistente de la pieza dramática.

Una escenografía minimalista, la música original de Mariano Díaz, la dirección del veterano José Carlos Plaza, la actuación impecable de Concha Velasco y la sorprendente plasticidad de Hugo Aritmendiz hacen que ‘Olivia y Eugenio’ merezca todos los aplausos que recibió en la función de su estreno nacional.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.