Tabla de contenido ocultarEstamos en época de pactos y parece que esta segunda ronda de negociaciones sà va en serio. Digo esto porque la primera ronda fue un paripé, un tira y afloja que no fue a ningún sitio.
Por un lado, vimos en la mañana de Reyes, atónitos, cómo el presidente en funciones daba paseÃtos por su tierra como si con él no fuera la cosa. Todo esto bajo el contexto de las famosas «lÃneas rojas» de Podemos que han escandalizado a los barones en activo y jubilados, del Partido Socialista.
Y a todo esto no se puede negar la táctica ajedrecÃstica de Pedro Sánchez, que mueve sus fichas de una manera estratégica. De momento, al lÃder del PSOE le ha ido bastante bien, echando balones fuera. Sin embargo, esto le va a durar poco porque este juego de ajedrez ha empezado a ponerse movidito. Los populares le están dando largas al Rey, Albert Rivera se ha ofrecido como «mediador» en el conflicto, y el partido de Pablo Iglesias ya ha conformado todas las carteras ministeriales, incluyéndolo a él como Vicepresidente Primero del Gobierno.
AsÃ, visto lo visto, este tablero de ajedrez está demasiado tenso como para conocer a los vencedores y vencidos.
Por una parte, España es como es, con su monarquÃa parlamentaria que indica que el partido que ganó las elecciones no necesariamente es el que consigue directamente el gobierno. No, no, aquà en España se tiene que pactar para conseguir las mayorÃas necesarias para formar gobierno. Otra cosa es que antaño, allá de 2011 para abajo, el modelo bipartidista haya hecho un intercambio «normal» de gobierno entre uno y otro partido (PSOE-PP). No obstante, ante la aparición de los nuevos partidos, que ya no son emergentes sino una realidad, como Podemos y Ciudadanos, la cosa ha cambiado: ahora los pactos sà son en serio y no una pantomima acordada. Bienvenidos a la democracia, señoras y señores, donde o pactas o te vas a casa. Asà de simple.
Entiendo que Mariano Rajoy quiera, a pesar de no conseguir las alianzas necesarias para gobernar, empeñarse en intentar formar gobierno. Lo curioso es que durante cuatro años tuvo mayorÃa absoluta y pudo haber cambiado las reglas de juego, decretando la segunda vuelta, como ahora proclaman desde el partido de la calle Génova. Mala suerte, ya no pueden hacerlo en este nuevo Congreso de los Diputados variopinto, pero lo que sà deberÃan hacer es aceptar las reglas de juego que están en la misma Constitución Española.
Ante este panorama confuso y entreverado lo único que le queda al Partido Popular es buscar la segunda vuelta, a ver si sacan más votos y les alcanzan los números para, con la ayuda de Ciudadanos, formar gobierno en el Congreso de los Diputados.
Digo esto porque Pedro Sánchez le ha dicho que NO por activa y por pasiva. Y es que el actual lÃder de los socialistas sabe que ésta es su única oportunidad de ser Presidente. Susana DÃaz le respira en la nuca como próxima presidenta del PSOE. La idea de una segunda vuelta electoral no creo que le haga ninguna gracia a Sánchez, pues todos los analistas polÃticos coinciden en que bajarÃa en intención de voto, y que estos irÃan al partido de Pablo Iglesias. No hace falta tener un doctorado en politologÃa por Oxford o Harvard para darse cuenta de que el hartazgo de la población se reflejarÃa en una polarización y los únicos beneficiados de ésta serÃan el Partido Popular y Podemos (y sus aliados).
Hoy, 26 de enero, se ha destapado otra trama de corrupción de la Comunidad Valenciana, con un Alfonso Rus, otrora mandamás del PP en dicha comunidad autónoma
Para mala suerte de los valencianos, estas tramas de corrupción están haciendo batir un récord histórico de casos en desmedro de las arcas y en perjuicio de sus habitantes. Camps, Gürtel y un larguÃsimo etcétera de casos.
Aquà la pregunta del millón es si esto afecta o no a un posible pacto para la investidura de Mariano Rajoy. Pues yo dirÃa que sÃ, que el caso es lo suficientemente grave como para que Albert Rivera mire a otro lado y firme un pacto con el Partido Popular. Se supone que Ciudadanos ha venido a refrescar la polÃtica, a airear este ambiente enrarecido de corrupción. Flaco favor le harÃa Rivera a sus votantes si llegase a pactar con el PP en estas condiciones.
Del otro lado de la rÃa, poniéndonos norteños, están Podemos, PSOE, Izquierda Unida (venida a menos), los partidos nacionalistas y algún que otro partido que se quiera sumar al cambio. Bueno, cambio cambio no es del todo cambio, porque Sánchez viene del bipartidismo, pero llamémosle «cambio» a la posible investidura de Sánchez por ser algo diferente a los últimos cuatro años. Aquà también la cosa está complicada porque hoy a salido Felipe González llamando a pactar a PP, PSOE y Ciudadanos. Con lo cual, la presión a Sánchez se incrementa.
Hoy por hoy, el Partido Socialista está demasiado dividido como para pactar con Podemos. Por un lado, el derecho a decidir de los pueblos de España (sobre todo Cataluña) ha irritado a muchos ‘barones’ socialistas, que se han amotinado contra el «capitán» Sánchez y quieren hundir el barco para que los rescate el Partido Popular y que todo vuelva a la «normalidad» de hace unos años donde se alternaban gobiernos PP y PSOE. Es que solo hace falta ver cómo se han puesto de acuerdo hoy, también, para darle ‘el gallinero’ en la Cámara de Diputados a Podemos; es decir, al partido de Pablo Iglesias le han dado un rincón, lejos de sus señorÃas, para que sus variopintos diputados le hablen al pueblo español.
Igual es que a sus señorÃas del PSOE, PP y Ciudadanos les incomoda las rastas, los bebés en brazos, las diputadas de color, las coletas o vaya usted a saber lo tiquismiquis que son. En cualquier caso, el despropósito ha sido mayúsculo, descarado, indignante para esos cinco millones de españoles que votaron para que sea escuchada su voz en el Congreso. Lo del ‘gallinero’ pasará a los anales de Historia como una afrenta burlesca digna de los maestros Quevedo o Góngora.
Finalmente, y volviendo al tema anterior, los pactos también se han convertido en un auténtico gallinero donde se están enfrentado la vieja y la nueva polÃtica. La verdad es que Mariano Rajoy, en estos cuatro años, como bien dijo el cántabro Revilla, no ha sabido negociar con las demás fuerzas polÃticas.
Los que le achacan a su partido inmovilismo, ser una fábrica de independentistas y falta de diálogo, en estos dÃas de pactos están reforzando sus argumentos.
Pedro Sánchez tampoco lo tiene fácil, no solo ya desde su propio partido, que se ha dividido en dos, sino en la manera de negociar con Podemos. Sin duda hay un amor y odio entre el PSOE y el partido de Pablo Iglesias, sino no se entiende cómo se han tratado desde el inicio de la conformación de grupos parlamentarios, donde el partido socialista prefirió cederle dos senadores a Ezquerra Republicana y al PNV y no a Podemos para formar grupo en el Senado y ahora esto último del ‘gallinero’.